La Misión De Dios en la creación o Missio Dei 

¿Qué piensa usted al oír la palabra «misión»? y ¿De la misión de una institución? ¿De una persona, probablemente extranjera? Para muchos de nosotros, misión es lo que hace la gente que viaja de país en país, predicando el evangelio. Sin duda, eso es uno de los aspectos de la misión, pero no es el único.

En este folleto daremos una introducción al concepto de la misión basándonos en los principios bíblicos. Después de haber leído este libro, esperamos que su concepto de la misión sea ampliado para incluir toda la obra de la iglesia, y también toda la obra de Dios.

La misión no es la tarea de algunos, sino de todos, porque es principalmente la misión de Dios, como señalamos en el mismo título de este libro. Toda misión debe ser parte de la gran misión de Dios, o terminará en nada.

La palabra «misión» deriva del verbo Latín mitto, el cual significa «mando, envío.» En cada acto de mandar hay tres partes: él que manda, él que es mandado, y el propósito por el cual es mandado.

Cuando examinamos la misión de Dios, debemos entender que Dios siempre es el que manda–a sí mismo en la persona de Cristo Jesús, o a nosotros–para un propósito en particular.

Misión implica, también, distancia o separación. Si no existe esta distancia o separación, no podemos hablar de misión. Pero la distancia no es necesariamente geográfica. La distancia puede ser también cultural, económica, social, religiosa o de algún otro tipo.

En su sentido más sencillo, pues, la misión es recorrer alguna distancia para cumplir con algún propósito mandado por Dios.

Cuando hablamos de misión como evangélicos, hablamos de lo que Dios nos manda o nos envía a hacer. Para poder entender lo que Dios nos manda a hacer, debemos comenzar en el principio, con la misma creación.

Y aun allí, debemos tomar un paso más para atrás para hablar de los propósitos de Dios antes de crear. ¿Por qué creó Dios el cielo y la tierra? ¿Cuál era su plan cuando creó?

Cuando entendemos la misión de Dios en su creación, entenderemos también cual debe ser nuestra misión como iglesia. Sólo así podemos asegurar que nuestras misiones tengan sentido y valor, porque son parte de la misión de Dios.

1. La palabra misión deriva de la palabra Latín mitto, que significa:

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2. ¿Quién siempre manda en la misión deDios?

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3. Nombre algunos tipos de distancia que la misión puedeatravesar:

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1.     La Misión de Dios en la Creación

Para poder entender lo que es la misión de Dios, debemos comenzar con la creación del mundo, porque es allí donde Dios primeramente revela sus propósitos.

  • La Misión de Dios antes de la Creación.

Cuando hablamos de la misión de Dios, debemos comenzar preguntando: ¿Por qué Dios creó? ¿Cuál era su propósito original? ¿Porque podemos estar seguros que Dios todavía pretende cumplir con ese propósito original? No es fácil encontrar respuesta a esta pregunta. Pero hay dos cosas que debemos entender.

Primero,

Dios no creó porque nos necesitaba. Dios es perfecto. En él no hay ninguna falta. Su existencia es completa e incondicional. Nosotros no podemos añadir nada a Dios que él no tiene ya, porque todas las cosas proceden de Dios. Como dice Pablo cuando habló con los filósofos del Areópago en Hechos 17:24-25,

«Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos,

Ni es servido por manos humanas como si necesitase algo, porque él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.»

Pues, debemos entender claramente que la creación del mundo no era para suplir alguna necesidad en Dios.

Segundo,

El amor de Dios es la única base adecuada para entender la creación del mundo. A través de la historia, muchos han intentado entender los propósitos de Dios en la creación. Obviamente, Dios no creó para sí mismo, porque como ya vimos, Dios no necesita nada.

Por otro lado, no podemos decir que Dios creó para sus criaturas en general, ni tampoco para el ser humano en particular, porque el fin de todas las cosas no puede residir en la creación, sino debe residir en Dios.

Dios debe ser ambos el principio y el fin de todas las cosas como dice Jesucristo en Apocalipsis 22:13, «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin Todas las cosas comienzan y terminan en Dios.

¿Qué podría ser, entonces, lo que satisface los dos aspectos de encontrar su fin en Dios sin añadir nada a Él? La respuesta se encuentra en las pocas declaraciones bíblicas que indican algo de los propósitos de Dios en la creación.

Principal entre ellas es Isaías 43:7, «todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hiceLa creación es para la gloria de Dios. «Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén» (Romanos 11:36).

Pero esto también puede parecer que da apoyo al error de pensar que a Dios le falta algo, porque cuando hablamos así, parece que Dios está buscando gloria de sus criaturas, como si necesitase gloria.

Pero aquí hay un mal entendimiento acerca la gloria de Dios. Si nos basamos en conceptos humanos de gloria, caemos en la trampa de pensar que a Dios le gusta tener grandes demostraciones de su poder y riqueza para que la gente le alabe.

Si así fuera, Dios sería tan egoísta como los peores de los reyes humanos, que solo buscan ser admirados por los demás. La gloria de Dios no consiste en estas cosas sino en el opuesto, en el amor sacrificial.

Es interesante ver donde aparece la gloria de Dios en la Biblia. Normalmente se ve la gloria de Dios en relación con el tabernáculo o templo. Allí en el medio del sistema sacrificial de Israel, la gloria de Dios es manifiesta.

Y sobre todo, la gloria de Dios se manifiesta en la persona de Jesucristo. Juan 1:14  nos testifica acerca de esta gloria. «Y el verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y verdad»

Además tenemos las palabras de Jesús en Juan.12:23-28,

“Y Jesús les respondió diciendo: — Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

El que ama su vida, la pierde; pero el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

Ahora está turbada mi alma. Qué diré: «Padre, sálvame de esta hora»? Al contrario, para esto he llegado a esta hora! Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!»

Aquí vemos claramente que Dios es glorificado en Jesucristo por medio de su muerte sacrificial. Esto también explica porque Pedro podía decir en 1 Pedro  1:18-20,

“Tened presente que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

El, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de vosotros. “

Jesucristo «fue destinado desde antes de la fundación del mundo« a ser nuestro cordero sacrificial. Esto significa que los propósitos de la redención residían ya en la mente de Dios antes de crear.

Allí se ve la gloria de Dios, en su amor sacrificial para con su creación. La gloria de Dios es el fin de toda la creación, y Dios es glorificado cuando sus criaturas, hechas en la imagen y semejanza de Dios, viven en armonía a base de su amor sacrificial los unos con los otros.

Dios en sí es amor, nos dice 1 Juan. 4:8. El Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, vive en una comunidad de amor sacrificial desde la eternidad. Esta es su gran gloria, y es esta gloria que Dios desea manifestar en nosotros. Como dice Pablo en Romanos 8:15-18,

“El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada. “

Cuando nosotros «padecemos juntamente con él,» practicando así el amor sacrificial, la gloria de Dios es manifestada en nosotros, y Dios es alabado. El amor de Dios es lo que dio origen a la creación, y sigue siendo su destino.

  • La Misión de Dios en la Creación

Con el propósito de hacer su gloria manifiesta por medio del amor sacrificial, Dios creó al mundo. Y en el mismo acto de crear, podemos discernir en que consiste ese amor: orden y vida. La historia de la creación se divide en dos partes, o dos bloques de días.

En los primeros tres días (Génesis 1:1-13), Dios establece orden en su creación. El establecimiento del orden es principalmente una obra de separación.  En el primer día, Dios crea la luz, y después separa la luz de las tinieblas.

He aquí el primer elemento del orden necesario para la existencia de vida. Donde no hay luz, no hay vida. En el segundo día, Dios separa las aguas de arriba de las aguas debajo por medio de una expansión.

Así Dios provee una atmósfera para que los seres vivientes puedan respirar. En el tercer día, Dios separa los mares de tierra seca, para que las criaturas tenga donde ponerse los pies. Vemos que Dios aquí comienza a establecer el orden, y así introduce los elementos que hacen posible la vida. Pero no termina la obra todavía.
Después de haber establecido este orden, Dios procede a poblar el orden con los seres correspondientes (Génesis 1:14-27). En el cuarto día, Dios crea las luces de día y de noche (aunque en este caso no podemos hablar quizás de seres vivientes).

En el quinto día, Dios puebla el agua debajo y la atmósfera creados en el segundo día con peces y aves respectivamente. En el sexto día Dios puebla la tierra seca con animales y seres humanos. Así, en la creación, el amor de Dios se revela en el establecimiento de orden y la producción de vida.
Si lo ponemos de forma gráfica, se ve así:

Establecer Orden                                       Producir Vida

Día 1: Luz separada de tinieblas             Día 4: Luces

Día 2: Cielo separado de aguas              Día 5: Aves y peces

Día 3: Tierra separada del mar                 Día 6: Animales y hombre

Día 7: Reposo

 

Pues, orden y vida llegan a ser la expresión creativa del amor de Dios, y donde hay orden y vida, allí hay reposo.

  • La Misión de Dios en la Creación del Hombre y Mujer

Es interesante ver, también, como estos dos aspectos del amor creativo de Dios se manifiestan en la bendición que Dios pronuncia sobre el hombre y la mujer al crearlos. Génesis  1:28 nos relata esta primera bendición:

«Fructificad y multiplicad y llenad la tierra; sojuzgadla y señoread en los peces del mar, las aves del cielo y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»

El hombre recibe en esta bendición una doble tarea: establecer orden (sojuzgar, señorear) y producir vida (fructificar, multiplicar, y llenar la tierra). Dios ahora invita al ser humano a participar en su amor creativo por encomendarle la continuación de esa obra de creación. Y en esto el ser humano encuentra su bendición.

Esto quiere decir que nosotros los seres humanos, cumplimos con la misión de Dios cuando establecemos el orden de Dios–en nuestra vida, en nuestras iglesias, en nuestras sociedades y en la creación. Pero en esto, el amor sacrificial sigue siendo fundamental.

No podemos establecer un orden cualquier, sino es precisamente el orden de Dios, manifestado en su gran sacrificio para sus criaturas, que encontramos la respuesta. Cuando entendemos que todo orden procede de esta disposición básica, de amor sacrificial, entenderemos también el secreto de la vida.

Porque es solamente a base de este amor que la vida es posible, y que abunda. Jesús lo dijo claramente en Juan 10:10, «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.»

El orden manifestado en la vida y muerte de Jesús, caracterizado por su sacrificio continuo para su creación, es el único orden que puede dar vida. Todo otro orden suprime y quita la vida.

El amor sacrificial permite que la vida abunde. Dios nos llama a vivir este orden en nuestra relación con El, en nuestra relación con nuestro prójimo, y con nuestra relación con toda la creación. Solo así veremos la vida eterna.

  • La Misión de Dios en el Paraíso, el Jardín de Encantos

El huerto de Edén significa, literalmente, «el jardín de encantos.» Dios creó al ser humano a participar en su amor, y por medio de su amor, en su obra creadora. Al bendecir al ser humano, Dios le entregó la tarea de establecer orden, y así también la vida, por medio del amor sacrificial.

En el huerto de Edén, vemos como esta bendición se realizó. En Génesis 2:15 la Biblia nos relata que el hombre es puesto en el jardín «para que lo labrara y lo guardase.» Hay dos tareas dadas aquí al ser humano en el huerto de Edén.

Primero,

El hombre debe «labrar» el jardín. El verbo aquí en hebreo tiene principalmente el sentido de «servir.» El hombre es puesto en la tierra para servirla. Aquí vemos otra vez la naturaleza del orden de Dios. El orden de Dios deriva del amor sacrificial.

Es un orden establecido por el servicio–a Dios, al prójimo, a la creación. Este orden entonces protege o «guarda» el ambiente de Dios, y permite la vida. Una vez más vemos que la tarea del ser humano es establecer orden y vida por medio del amor sacrificial que nos caracteriza como imagen y semejanza de Dios.

4. El propósito de Dios en la creación era revelar su_______________________

5. Donde vemos la gloria de Dios revelada?

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6. Qué estableció Dios en la creación en los primeros tres días?

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7. Y en los segundos tres días? ___________________________________________

8. Cuáles son los dos aspectos de la bendición que Dios dio al ser humano según Gén.1:28?

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9. Cómo se caracteriza el dominio del ser humano según Gén. 2:15?

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Fuente consultada:

Este estudio es un extracto de “Un Estudio sobre la misión de Dios” de El Instituto Bíblico Reformado por Juan Medendorp