Las Buenas Obras en la vida devocional.

Buenas Obras: El Fruto

La Biblia nos anima a hacer buenas obras. Tito 3:14 dice:

«Y aprendan los nuestros a dedicarse a las buenas obras para los casos de necesidad, con el fin de que no sean sin fruto.«

 Y Hebreos 10:24 nos aconseja:

«Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.«

Las disciplinas espirituales no son completas si no incluyen el fruto: las buenas obras. Si nuestras vidas espirituales no producen el fruto de las buenas obras, el proceso ha caído. Es importante que nuestras vidas sean una clara muestra de la presencia del Señor en ellas.

1.  El Lugar de las Buenas Obras en la Vida Cristiana

Pero debemos ser claros en que las buenas obras no son productos nuestros, sino son el producto de la presencia divina en nuestro ser.  Como dice Efesios 2:10,

«Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas«

El árbol produce fruto, y en cierto sentido se puede decir que el fruto es suyo. Pero cuando examinamos el proceso, vemos que el árbol es un instrumento del proceso, pero no es el proceso en sí. El árbol necesita tierra, agua, sol, polinización para poder producir fruto.

Así también, las obras son nuestras, pero son el resultado de un proceso que incluye muchos factores que son externos a nosotros. Las buenas obras están estrechamente ligadas con nuestra salvación, pero no como nosotros muchas veces pensamos.

Las buenas obras no son causa de la salvación, porque «es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios» (Gálatas 3:1), sino son resultado de la salvación. Las buenas obras no nos salvan, sino que producimos buenas obras porque somos salvos.

Como hemos visto, Dios ha preparado estas buenas obras para que anduviésemos en ellas. Cristo también hace claro que la fuente de nuestras buenas obras no es nosotros mismos, sino nuestra relación con El.

«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto. Pero separados de mí, nada podéis hacer. (Juan 15:4-5)

Debemos examinar nuestras vidas para ver si Dios está produciendo fruto en nosotros. Si no hay fruto en la vida del creyente, hay algo equivocado.

Debemos volver a examinar nuestra relación con Jesús, para asegurarnos que estamos permaneciendo en él, porque separado de Él, ¡no podemos hacer nada que agrade a Dios!

Por otro lado, donde nuestra relación con el Señor está en buenas condiciones, el fruto de las buenas obras saldrá de nuestras vidas tan naturalmente y espontáneamente como el pámpano de la vid.

2.  ¿Cuáles Son las Buenas Obras?

¿Cuáles son, pues, las buenas obras que debemos hacer? No hay forma de determinarlo por seguro, porque las posibilidades son muchas. Pero deben conformarse a un principio básico. Deben cumplir con la ley de Dios.

Nosotros no estamos bajo ley, sino gracia. Esto no quiere decir que no hay ley en la vida Cristiana. Por ejemplo, Pablo puede hablar de «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús,» y que «la justa exigencia de la ley . . . cumplida en nosotros,»

Y que «el que ama al prójimo ha cumplido la ley,» y que «el amor es el cumplimiento de la ley» y que él no estaba «sin la ley de Dios, sino en la ley de Cristo,»«Sobrellevad los unos las cargas de los otros y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo.» La ley de Moisés, como ley externa, no tiene el poder de salvarnos.

Pero cuando estamos por fe viviendo en Cristo Jesús por medio del Espíritu Santo, la ley de Dios está escrita en nuestros corazones, y llega a ser parte de nuestro ser.

La ley no está afuera de nosotros, acusándonos y esclavizándonos al pecado, sino está adentro de nosotros, animándonos y librándonos del pecado.  Y nuestras obras darán expresión a esa ley divina. Se puede reducir esta ley a dos preceptos:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas (Mateo 22:37-40).

O de una forma más sencilla aun: todo lo que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también haced por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas (Mateo 7:12).

A base de la ley es el amor de Dios, cuando ese amor se hace presente y evidente en nuestras vidas, las buenas obras se cumplen  y nuestras vidas están llenas de fruto agradable para nuestro Señor.

Preguntas a responder.

Las buenas obras no son productos ____________, sino son el producto de la ____________________ en nuestro ser

¿Pueden las buenas obras contribuir a nuestra salvación? __________ Explique:_______________________________________________________________________________________________________________________________________________

Las disciplinas espirituales no son completas si no incluyen las ___________________________________________________________________________

Nombre cuatro buenas obras que usted puede hacer como parte de la vida Cristiana y explique porque demuestran el amor de Dios.

1)________________________________________________________________________

2)_______________________________________________________________________

3)________________________________________________________________________

4)________________________________________________________________________

Conclusión

¿Cómo está tu jardín? ¿Está en buenas condiciones? ¿Está dando fruto? Si no, concéntrate en practicar una vida devocional más activa y disciplinada, y el Señor responderá, haciendo de ti un verdadero huerto de Edén.

 

Fuente consultada:

Este estudio es un extracto de “Un Estudio sobre las Disciplinas Espirituales de la Vida Cristiana” del El Instituto Bíblico Reformado por Juan Medendorp