Moldeados Por La Tempestad. Es en esas tormentas de la vida donde empezamos a buscar a Dios, a creer que Él puede hacer algo por nosotros, a darnos cuenta que somos pequeños e impotentes.

!Es allí, donde reconocemos que necesitamos ser ayudados.¡

Moldeados por las tempestad. Aprendiendo en las tormentas de la vida.

A veces pensamos que todas las tempestades de la vida se deben a nuestra desobediencia, como el caso de Jonás, el cual se revela contra la voluntad de Dios,

Pero  no es así en todos los casos, hay tempestades naturales que vienen a la vida de toda persona,

Pero también hay tempestades que vienen de la obediencia a Dios y en ella el Señor quiere enseñar y moldear el carácter de sus discípulos para que puedan enfrentar las dificultades del ministerio, de la vida cristiana.

Cabe mencionar que Dios en su soberanía está en control de todas ellas y que las utiliza para moldear nuestro carácter, formar  santidad en sus hijos.

Versículo de referencia.

«Marcos 6:48  Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario,

Cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles»

  1. En las tormentas de la vida no estamos lejos del Señor

Aunque ellos no podían ver a Jesús, Él si podía verlos a ellos.

Marcos 6:48  Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario,

Cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.

Sucede que en las tormentas de la vida nos parece que el Señor ha escondido su rostro de nosotros, pero en realidad su mirada nunca se aparta de sus hijos, el salmista experimento este sentir como lo vemos a continuación.

Salmo 10:1¿Por qué estás lejos, oh Jehová,  Y te escondes en el tiempo de la tribulación?

Pero en realidad Dios nunca se ha ocultado de la vida de sus hijos y debemos saber que no existe oscuridad que impida que Cristo nos vea,

No existe distancia que impida que estemos expuestos a su cuidadosa y amorosa mirada, debemos descansar en su cuidado permanente, descansar en su providencia, omnipotencia y amor.

  1. No todas las tormentas de la vida son fruto de la desobediencia.

Marcos 6:45  En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.

Pensamos algunas veces que tal o cual tormenta nos ha acontecido porque estamos fuera de la voluntad divina, pero no siempre es así!

En este relato dice que el Señor hizosignifica y luego dio prisaa sus discípulos. Da a entender que había mala gana de parte de ellos para hacerlo

Tal vez esa actitud de los discípulos era debido a su poca voluntad para separarse de su Maestro en la noche y dejarle solo en la montaña.

No caigamos en el error de pensar que hemos tomado una decisión errada, sólo porque estamos navegando en una tormenta.

A veces sufrimos las pruebas más grandes cuando estamos caminando en obediencia a la orden de Cristo.

  1. Las tormentas de la vida traen temor

Pero la causa de tu temor puede que sea la fuente de tu bendición.

Marcos 6:49-50  Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron.

Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

No reconocieron a Cristo, pero El venía en camino a ayudarles. El fantasma aterrorizante, era una bendición escondida.

¡En las malas noticias que tú o yo recibimos recientemente, bien puede haber estado Cristo tratando de poner sus brazos alrededor nuestro! Aún cuando no lo hayamos reconocido

  1. En las tormentas de la vida, el Señor llega justo a tiempo

Cristo llegó justo en el momento exacto

Mateo 14:25  Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.

Cuarta vigilia”  es decir que el Señor vino a ellos aproximadamente a las 4 a.m.

Presumieron que esta vez Cristo les había dado una orden que no podrían cumplir. Aunque intentaban, simplemente no podían obedecer sus instrucciones de «llegar al  otro lado».

Pero en el momento de mayor desesperación, Cristo apareció para ayudarles. Él sabía cuánto podían soportar y se les unió en la hora más oscura.

  1. En medio de las tormentas de la vida podemos ver al Señor

Así vemos en este relato que Pedro vio a Jesús.

Mateo 14:27  Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Este no era un fantasma, sino ¡su Señor, el Omnipotente! Su Maestro les había encontrado y había acudido a su auxilio en su desesperada lucha contra la tempestad.

Es importante saber que aunque la demás gente no puede comprender nuestra desesperación en las tormentas de la vida Cristo si puede. Y muchos han de pensar que:

  • No es una tormenta trascendente

Para algunos eso que vivimos puede ser algo sin mayor trascendencia, pero al igual que los discípulos a quienes su barca se anegaba, la nuestra también, en esas situaciones de impotencia en la que parece que vamos a morir.

  • Es una tormenta que pronto pasara

Para otros nuestra situación solo puede ser cuestión de esperar un nuevo día, pero probablemente en lo que faltaba para amanecer, las cosas se pueden empeorar. ¡No podemos ver que está por amanecer!

  • Esa tormenta es por la tentación

Muchos creyentes están en una feroz lucha contra las tentaciones ¿Podemos comprenderlos? Quizá sí, pero eso no hace menos fuerte la tormenta y menos grande nuestra necesidad

  • Esa tormenta solo es frustración

Otros podrán estar luchando contra la frustración de no poder salir de determinada situación ¿Podemos comprenderlo? Y esa frustración hace más intensa la tormenta, pues no vemos la salida.

  • Nuestra tormenta es objeto de burlas

Algunos se burlarían de nosotros, dirían ¿no es para tanto? Pero su burla solo es producto de un corazón insensible y necio, que probablemente aún no han pasado por donde nosotros estamos. No han pasado aún por esa prueba.

  • La tormenta atrae la impotencia

Otros más favorablemente dirían “te comprendo pero no puedo hacer más”

  • Nuestra tormenta atrae la compasión de Cristo

Pero la maravillosa esperanza es que hay uno que no solo te comprende sino que tiene la compasión para ayudarte, tiene la omnisciencia, la omnipotencia y el amor para auxiliarnos en cualquier situación.

  1. Las tormentas de la vida son una oportunidad

Así lo experimentó Pedro que vio una oportunidad para acercarse al Señor

Si hubiéramos estado dentro de la barca, nos habríamos contentado sabiendo que por fin Cristo estaba llegando para ayudarnos. Pero Pedro vio esto como una maravillosa oportunidad. Entonces le respondió Pedro, y dijo:

Señor; si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús (Mateo. 14:28-29).

Pero la osadía de Pedro nos sorprende, pues no solo se alegro de ver llegar al Señor en su auxilio, sino que aprovecho para acercarse a Él y experimentar su presencia sobrenatural, enmedio de una gran tormenta.

Pedro no hizo ese llamado luego de ver las aguas apacibles, ¡No¡ hizo su petición justo en el momento más fuerte de la tempestad pero con sus ojos puestos en  Dios mismo

  1. Las tormentas de la vida nos hacen dudar

Pero lastimosamente Pedro vio al viento

Mateo 14:30  Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!

¿Por qué las tormentas de la vida nos hacen fracasar?

¿Qué hizo que Pedro se distrajera? ¿Por qué dejó de mirar a Cristo? Fracasó porque dejó de mirar a Jesús!¡

Nuevamente miro su impotencia porque dejo de ver al omnipotente. Miro su pequeñez porque dejo de ver al Creador de la tormenta misma!

Y cuando eso sucede se hace manifiesta la oración que en estas ocasiones hacemos ¡Señor, sálvame!, No había lugar para oraciones largas, solamente dos palabras que captaron la atención del Señor.

Mateo 14:31  Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Esta expresión del Señor la podemos complementar con las palabras de Leslie B. Flynn cuando dice: «Un Pedro creyente y mojado, es mejor que un Tomás seco e incrédulo!»

Pedro, intentó lo imposible sólo porque escuchó la orden de Cristo: Ven. Sin tal instrucción explícita, saltar del bote hubiera sido una locura y un suicidio.

También, asumió el riesgo solo, pues si hubiera sido un fantasma el que venía, y no el Señor, solamente él habría sufrido las consecuencias.

Algunas personas no han fracasado, sencillamente porque nunca han intentado algo significativo. Aquellos que en ningún momento se han salido de la barca, no deberían criticar a quienes sí lo han hecho.

¿Qué lecciones debemos aprender para navegar durante las tormentas de la vida?

  • En las tormentas de la vida echemos mano de las promesas divinas

Aprendamos a prestar cuidadosa atención a las promesas de la Escritura.

(DHH) Después de esto, Jesús hizo subir a sus discípulos a la barca, para que llegasen antes que él a la otra orilla[i] del lago, mientras él despedía a la gente.

Cristo le preguntó a Pedro: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Si sólo hubieran escuchado y creído, el temor se habría desvanecido.

¿Cuán a menudo somos como Pedro? La duda nos hace hundirnos.

Sus promesas afirman que Él está con nosotros a través de todas las pruebas de la vida, pero no que estaremos exentos de las tragedias que sobrellevan los otros mortales.

Algunas veces,

Él calma la tormenta en nuestra vida;

Otras veces,

El calma la tormenta en nuestro corazón.

Y muchas otras veces,

Él nos lleva en medio de la tormenta.

  • Las tormentas de la vida están bajo el control de Cristo

En esa tormenta eI agua que amenaza estar sobre nuestra cabeza, recordemos que está bajo los pies de Cristo!

Todos encontramos vientos de adversidad.

  • El desequilibrio financiero,
  • Un quebranto de salud que amenaza nuestro bienestar emocional y físico,
  • La aflicción emocional debido al daño de una relación rota.
  • La angustia de un hijo perdido en el mundo de pecado
  • La incapacidad de restaurar un matrimonio, etc.

Cada una de estas situaciones, sin importar cuán dolorosa sea, está completamente bajo su control divino, pues hoy, Él se sienta y la tormenta esta bajo sus pies.

  • Las tormentas de la vida dependen del enfoque de nuestros ojos

El poder de nuestros pies depende del enfoque de nuestros ojos. Cuando miramos a Cristo, se nos garantiza el poder para hacer lo sobrenatural, es decir, para tomar las riendas de la situación y sobrevivir a la tormenta.

¿Cuál fue el enemigo más feroz de Pedro?

No fue la tormenta, ni las olas, sino la duda, ese fue su más grande adversario,  La duda era el único enemigo que podía hacerle caer.

¿Cuánto tiempo pasó para que Pedro se hundiera después de mirar el viento?

Tal vez sólo uno o dos segundos, e inmediatamente iba rumbo al fondo. Unos segundos bastan para destruir una relación con una frase destructiva, un matrimonio, un hijo, una amistad.

Unos segundos bastan para sucumbir a la tentación, a la conmiseración, a la depresión. Si no enfocamos los ojos diligentemente en Cristo, perderemos el equilibrio, aun en las pequeñas tormentas de la vida.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isaías 26:3).

  1. Durante las tormentas de la vida enfoquémonos en Cristo

Y la pregunta es ¿Y cómo nos enfocamos en Cristo?

  • Manteniéndonos enfocados en su Palabra,

Para ello debemos leerla, meditarla, memorizarla, y echar mano de ella cada vez que nos sintamos en medio de una tremenda tormenta

  • La oración sincera.

Cuéntele a Dios sus temores, dudas y debilidades. Desnude su corazón delante de Él para que sea confortado

  • Cantemos alabanzas

Cantemos los himnos que son Su palabra cantada.

  • A través del amor cristiano.

Ayudémonos unos a otros, sobrellevando nuestras cargas más pesadas

Conclusión.

Cualesquiera que sean las tempestades que estés enfrentando en tu vida, recuerda que no estás solo, hay un Señor Omnipotente que acude a tu auxilio

Y que este Señor Todopoderoso tiene el control sobre su adversidad más grande, y terminamos citando un coro cristiano.

«Pon tus ojos en Cristo, Tan lleno de gracia y amor, Y lo terrenal sin valor será A la luz del glorioso Señor.»

 

 

Fuente consultada:

Estudio adaptado de “Cincelado por la mano del Maestro, Erwin Lutzer, pag.45”