Qué Hemos De Pedir Como Conviene, No Lo Sabemos¡ ¿Cómo debemos pedir entonces? ¿Cómo tener la certeza de que estamos pidiendo bien?

De eso se trata!¡ de que no siempre sabemos cómo pedir al Señor, y que no todas nuestras súplicas obtienen la respuesta que esperamos

Y esto, muchas veces nos lleva a tener las reacciones menos apropiadas, nos hace responder de manera que complicamos más nuestra situación.

Pero que haya paz y gozo en nuestro corazón, porque en todo, somos ayudados por nuestro buen Señor

Texto  referencia

Romanos 8:26-27  Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,

pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Qué hemos de pedir como conviene ¡No lo sabemos¡

La convulsión de nuestro propio corazón cuando vivimos situaciones difíciles, en las que anhelamos un auxilio divino inmediato,

Nos hace orar y clamar sin discernimiento ni sabiduría, de manera, que no pedimos como conviene¡

Necesitamos ser ayudados en nuestras oraciones, de manera que podamos ser escuchados por el Padre.

  1. ¿Hemos de pedir como conviene? El Espíritu nos ayuda

¿Por qué necesitamos la ayuda del Espíritu en nuestras oraciones? Porque somos débiles! y esa debilidad requiere que seamos ayudados

  • Nuestra debilidad:

Somos débiles en el sentido que somos afectados por el pecado, que nos incapacita para producir los resultados que quisiéramos.

El pecado nos resta fortaleza, debilita nuestra mente y nuestra voluntad de manera que al momento de pedir al Señor, se impone nuestra humanidad

Difícilmente podemos entender la voluntad del Señor, y menos aún, someternos a ella, cuando nos encontramos en situaciones de dolor y sufrimiento

Y es entonces cuando necesitamos saber pedir, saber clamar, para que haya paz en nuestro corazón.

  • Necesidad de ayuda:

Ante nuestra incapacidad de identificar y unirnos a la Voluntad divina, en las adversidades que vivimos

Surge la urgente necesidad de ser ayudados en nuestras oraciones, y es aquí donde encontramos el ministerio del Espíritu Santo.

Él es nuestro ayudador, nuestro intercesor, camina con nosotros y nos ayuda en nuestras debilidades.

Es a través del Espíritu Santo que nosotros logramos llegar al Padre, con nuestro clamor, pero llegamos con la expresión de nuestra verdadera súplica.

El Espíritu Santo se encarga de interceder, desde nuestro interior,  consciente de nuestra verdadera necesidad,

Mientras que Jesucristo intercede por nosotros, desde afuera, cubriéndonos con sus méritos y su justicia, delante del Padre

  1. Nuestra debilidad no nos deja pedir como conviene

Podemos preguntarnos ¿Cómo se manifiesta nuestra debilidad?

Romanos 8:26  pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos….

Esto significa que un hijo de Dios, por sí mismo, no puede ofrendar un sacrificio de oración que sea de olor grato y aceptable para el Cielo.

¿Cómo saber que estamos pidiendo bien?

Todo hombre está demasiado débil, es demasiado impotente debido a la ineptitud que el pecado produce en él,

Es la debilidad que produce la ineptitud de la necedad del corazón, de la ignorancia y de la miopía de la mente. ¡Necesitamos un Ayudador¡

Y como dice Calvino en su comentario a la Epístola a los Romanos,la expresión “ayuda indica mucho más que la palabra auxilio,

Ayuda significa que el Espíritu, tomando sobre sí nuestra carga, no solamente nos ayuda y socorre,

sino que además, nos alienta y alivia, ni más ni menos,como si llevase con nosotros todo el peso”

Así de maravillosa es la ayuda que recibimos del Espíritu Santo, que mora en nosotros, que se identifica con nuestra necesidad y clama con nosotros.

En Él, nuestra debilidad es perfeccionada, y nos hacemos efectivos en la oración, en el clamor, en la expresión de nuestra necesidad.

  1. ¡Hemos de pedir como conviene¡ ejemplos bíblicos.

Dado que nosotros No sabemos cómo pedir para orar como conviene, veamos algunos ejemplos que nos puedan fortalecer:

  • El ejemplo de Elías:

Recordemos el momento en que el profeta Elías estaba tremendamente abrumado por las amenazas de Jezabel,

Tan grande era su angustia, que le lleva a levantar una oración sorprendente: oro para que Dio le quitara la vida.

1 Reyes 19:4  Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo:

Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

¡Cuántas veces hemos pensado igual que Elías¡ ante lo duro de nuestra realidad, pensamos que es mejor dejar de existir, pues ya no hay fuerzas para seguir luchando

Pero sabemos que No es esa la solución verdadera, y en el caso de Elías ¿Cuál fue la respuesta que recibió de Dios?

1 Reyes 19:5-7  Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.

Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.

Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.

No hay duda que Elías No sabía cómo orar! Y cuántas veces nos ha acontecida igual a nosotros? ¡No sabemos cómo pedir¡

  • El apóstol Pablo:

Pablo oro tres veces al Señor para que le quitara el aguijón que atormentaba su cuerpo.

Probablemente Pablo pensaba que si Dios le quitaba ese aguijón, él podría ser más efectivo en la obra de Dios.

2 Corintios 12:8  respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.

Pero ¿Cuál fue la respuesta que recibió de Dios?

2 Corintios 12:9  Y me ha dicho:Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Pero Pablo comprendió perfectamente, que nuestra necesidad no siempre encuentra la respuesta divina que tanto anhela!

En la soberanía de Dios somos escuchados

Y aun cuando nuestra oración parece buena, que nuestra petición es genuina, que el propósito por el cual pedimos es noble

Solo Dios sabe si realmente nos hará bien, conceder o no, esa petición! De manera que lo nuestro en confiar en la buena, santa y perfecta Voluntad divina.

  1. El Espíritu intercede y hemos de pedir como conviene

La Palabra dice que el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Romanos 8:26  Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir,

pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.

Por la Palabra de Dios leemos que se precisa de dos intercesores en la oración:

  • Un Cristo:

Que intercede de día y de noche por nosotros, y Él es nuestro intercesor porque es, solo por causa de Él, que Dios el Padre nos escucha,

Solo en Cristo encontramos los méritos de justicia y santidad, para presentarnos delante del Padre con todo clamor y súplica

Y solo en Cristo tenemos la certeza, que seremos escuchados, guardados, y guiados en el camino, la vida y la Verdad.

  • Un Espíritu Santo:

Que es también un Intercesor purificador por medio de quien nuestras oraciones son limpiadas y perfeccionadas

El Espíritu Santo, que, en la Escritura recibe el nombre de Espíritu de oración.

Cristo ora por su pueblo y el Espíritu Santo ora dentro de su pueblo como el Espíritu de oración, como Ayudador. «El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad» (Ro. 8:26).[1]

  1. Que hemos de pedir como conviene¡ conforme a la Voluntad de Dios

Y ese es nuestro gran problema, que se nos hace difícil identificar, comprender y someternos a la Voluntad de Dios

Por eso surge la gran necesidad de ser ayudados por el Espíritu Santo en nuestras oraciones, de manera que Él, conforme a la voluntad de Dios, intercede por nosotros, los santos.

  • Lo fundamental de la oración:

El punto principal y fundamental de nuestra oración es la armonía, de nuestra petición con la voluntad divina,

porque nuestros propios deseos no fuerzan ni obligan la Voluntad de Dios, pues Él es Dios soberano, y dirige nuestra realidad conforme a su propósito.

Por eso, si queremos que nuestras oraciones le sean gratas al Padre, es preciso suplicarle al Espíritu Santo, que sea Él quien las dirija.

  • El destino de la oración:

El apóstol Pablo ha afirmado, que Dios nos ayuda sujetándonos, para tenernos, por así decirlo, junto a Él,

Que hemos de pedir como conviene No lo sabemos

Añadiendo así un segundo consuelo a nuestra alma atribulada: saber que nuestras oraciones no serán en vano¡ no será inútil nuestra oración¡

porque Dios mismo las conduce y gobierna. Es la infinita bondad de Dios, la que nos lleva a estar siempre en comunión con Él y ser escuchados de manera efectiva.

La intercesión de Cristo puede ser comparada con la de un padre, la cabeza de la familia, a favor de todos los miembros de la familia,

Pero la intercesión del Espíritu Santo nos hace recordar más bien a una madre de rodillas al lado de la cama de su hijo enfermo

y que en su oración presenta las necesidades de ese niño al Padre Celestial.[2] Teniendo la certeza, que Él conoce mejor nuestra necesidad.

Conclusión:

Que hemos de pedir como conviene ¡No lo sabemos¡ pero si sabemos que tenemos dos maravillosos intercesores que hacen, que nuestra petición sea como conviene¡

Contamos con la maravillosa intercesión de Cristo, que nos cubre con sus méritos y santidad, para hacernos aceptos delante del Padre, y poder clamar confiadamente,

Pero también contamos con la intercesión del Espíritu Santo, que purifica y perfecciona nuestra petición, para que este en armonía con la Voluntad divina.

Glorioso Señor, que en nada nos deja solos!¡

Palabras y frases significativas:

Debilidad:astheneia(ἀσθένεια, G769) ,lit: carencia de fortaleza (a , negación; sthenos, fortaleza), debilidad, indicando una incapacidad de producir resultados

Ayuda: sunantilambano (συναντιλαμβάνω, G4878) significa estar «con» alguien para ayudar (sun , con, y Nº l); ayudar a llevar, ayudar en general. Se usa en voz media de la queja de Marta al Señor para que María fuera a ayudarla (Luc_10:40); y del ministerio del Espíritu Santo de ayudarnos en nuestra debilidad (Rom_8:26).¶ En la lxx , Exo_18:22 ; Num_11:17 ; Sal_89:21.

 

 

 

[1]  Orad sin cesar, FransBakker, pág. 23.

[2] Por interpretaciones similares véase A. Kuyper (véase nota anterior, No 239); y R. C. Harder, en De Heilige Geest, editado por J. H. Bavinck, P. Prins y G. BrillenburgWurth, Kampen, 1949, p. 396.