¡¡¡No encubras el pecado, confiésalo!!! Confesar nuestros pecados es una acción liberadora que solo la podemos experimentar cuando comprendemos la esclavitud que significa callar nuestro pecado

Comenzaremos esta exposición de la Palabra de Dios haciendo uso de una ilustración llamada ¿Recuerdas lo del pato? la cual dice lo siguiente:

¿Recuerdas los del pato??

«Había un pequeño niño visitando a sus abuelos en su granja. Él tenía una resortera (Honda) con la que jugaba todo el día, practicaba con ella en el bosque pero nunca daba en el blanco. Estando un poco desilusionado, regresó a casa para la cena.

Al acercarse a casa, divisó al pato mascota de la abuela. Sin poder contenerse, usó su resortera y le pegó al pato en la cabeza y lo mato.

Estaba triste y espantado, y todavía en pánico, escondió el cadáver del pato en el bosque. Pero se dio cuenta que su hermana lo estaba observando. Lucrecia lo había visto todo pero no dijo nada.

El precio de callar nuestro pecado:

Después de comer la abuela dijo, «Lucrecia, acompáñame a lavar los platos.»

Pero Lucrecia dijo, «Abuela, Pedro me dijo que hoy quería ayudarte en la cocina, ¿no es cierto Pedro? Y ella le susurró al oído: «¿Recuerdas lo del pato?» Entonces, sin decir nada, Pedro lavó los platos.

En otra ocasión el abuelo preguntó a los niños si querían ir de pesca, y la abuela dijo, «Lo siento pero Lucrecia debe ayudarme a preparar la comida.»

Pero Lucrecia con una sonrisa dijo, «Yo si puedo ir, porque Pedro me dijo que a él le gustaría ayudar.» Nuevamente le susurró al oído «¿Recuerdas lo del pato?»

Entonces Lucrecia fue a pescar y Pedro se quedó.

La libertad de confesar:

Transcurridos muchos días en que estaba haciendo sus propias tareas y las de Lucrecia, finalmente él no pudo más.

Fue donde la abuela y confesó que había matado al pato. Ella se arrodilló, le dio un gran abrazo y le dijo,

«Amorcito, yo ya lo sabía. Estuve parada en la ventana y lo vi todo, pero porque te amo te perdoné. Lo que me preguntaba era hasta cuando permitirías que Lucrecia te tenga como esclavo.»»

Confesar nuestros pecados


La reflexión de esta ilustración es la siguiente ¿Hasta cuándo permitirás que tus pecados sin confesar te mantengan esclavo? Y de eso nos habla la biblia en el siguiente texto

Versículo de referencia:

Proverbios 28:13  El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

(BAD)  Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón

Vemos en este versículo que mantener en secreto o disimular nuestro pecado no permitirá que prosperemos, ya que el pecado es una transgresión a la santidad y a los mandamientos de Dios,

Vivir en pecado es ir en contra de Su voluntad  y hasta este día nadie que ha ido en un camino contrario al que Dios establece ha terminado bien.

No es posible tener una comunión absoluta con el Padre si en nuestra vida hay pecado sin confesar.

El confesar el pecado va seguido de apartarse de este, ese poder para dejar el mal camino viene de la obra santificadora del Espíritu Santo en la vida del creyente.

El resultado es que alcanzamos la misericordia de Dios.

  1. ¿Cuál debe ser nuestra actitud para confesar nuestros pecados?

Salmo 139:23-24  Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;  Pruébame y conoce mis pensamientos;

 Y ve si hay en mí camino de perversidad,  Y guíame en el camino eterno.

El salmista con una actitud sincera y humilde pide a Dios que examine íntimamente su corazón, le ilumine si hay en él,  perversidad que lo lleve por el mal camino,

Que le ilumine si en él hay perversidad que le impida su crecimiento espiritual,  de modo que pide ser guiado por el camino correcto.

  • ¿Qué es la perversidad?

El término «Perversidad», «perverso», enfatiza una conducta que se aparta de lo bueno y lo correcto.

Describe la acción de una persona mala o un acto malo como algo «torcido» y «deformado», no en armonía con la norma de Dios. http://(https://www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/significado/perverso/) 

  1. ¿Por qué necesitamos confesar nuestros pecados?

«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 

Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1 Juan 1:8-10»

  • Porque todos somos pecadores:

La Palabra dice que  nos engañamos a nosotros mismos si decimos que no tenemos pecado, la Escritura afirma que todos hemos pecado.

  • Porque tenemos un Dios fiel:

Sabemos que nuestro Dios es fiel a su promesa de perdonarnos cuando confesamos nuestro pecado. Como dice Isaías, somos perdonados por su fidelidad y no por la nuestra.

Isaías 43:25  Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

Y somos perdonados en su justicia perfecta, al ser Cristo nuestra propiciación, al haber descargado el Padre toda su ira sobre Él, ahora  su justicia perfecta nos es imputada.

Romanos 3:25-26  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,

Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

  • Porque al confesar nuestros pecados somos perdonados:

Cuando desnudamos nuestro corazón delante de  Dios, Él nos perdonara y limpiara de nuestra maldad,

  • Porque al confesar nuestros pecados somos restaurados:

De manera especial somos restaurados a la comunión con Dios, una comunión vital para el Creyente, cuando con valentía reconocemos nuestra pecaminosidad

  1. Al confesar nuestros pecados, Dios nos escucha.

Si nos aferramos a nuestro pecado y en arrepentimiento no lo confesamos, Dios no escucha nuestras oraciones.

Salmos  66:18  Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado.

No hay nada que estorbe tanto la oración del creyente, como el pecado alojado en el corazón, que no estamos dispuestos a confesar

Si miramos con deleite la iniquidad, si el pecado lo contemplamos con gozo, de seguro que Dios no  escuchara nuestras peticiones.

Conclusión:

Confiesa tus pecados, pide al Espíritu Santo que te ayude a reconocerlos, a alejarte de ellos y en genuino arrepentimiento venir a Cristo porque en Él encontramos gracia y misericordia.