¡Ya, Pero Todavía No¡ Esa es la expectativa de lo que el Reino de los Cielos es. Ha venido a nuestras vidas, habita en nuestro corazón, pero aún no es, pues no es de esta tierra.

Vuestro Dios viene. El reino de los cielos ya está aquí! Ahora mismo lo podemos experimentar,  pero paradójicamente,  todavía no!¡

Veamos algunas expresiones bíblicas que nos lo confirman:

Mateo 3:1-2    En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,

Y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos(A) se ha acercado.(B)

 Mateo 4:17  Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos(J) se ha acercado.(K)

Lucas 17:20-21  Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,

Ni dirán: Helo aquí, o helo allí;(C) porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.

Lucas 19:11  Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.

Cuando pensamos que el reino de de Dios ya está con nosotros, debemos entender que esa verdad hace referencia a una vida en el evangelio. Una vida nueva que ha sido transformada por el poder de la Palabra de Dios.

De manera que no hay reino sin buenas noticias. Las buenas nuevas del reino de Dios son las de la salvación en Cristo Jesús por pura gracia. Una salvación que demanda arrepentimiento, y un arrepentimiento que solo es posible si reconocemos la destrucción del pecado.

El Reino de los Cielos es:

El reino de Dios, o reino de los cielos se trata de la esfera donde Dios reina, donde su voluntad es respetada y cumplida (Vila, 1985, p. 998).

A través de toda la Escritura encontramos alusiones directas a su reinado universal y sempiterno.  Y con eso es posible afirmar que

  • Dios es rey. De hecho este es uno de los ministerios como se nos presenta en la Biblia (Apocalipsis 17:14; 19:16).
  • Su reinado es eterno, su dominio sin límites, su poderío soberano y justo. Su poder real le llevó a decretar un pueblo para su gloria.

Y de igual forma, a establecer un coro celestial que le alabe eternamente y una creación hermosa hecha por Él y para Él.[1]

De manera entonces, que el Reino de los Cielos es el espacio, físico y espiritual, donde gobierna Dios, donde sus siervos le obedecen y le sirven. Donde su señorío se impone y se respeta. Donde Él es reconocido como Rey y Señor.

El Reino de los Cielos es eterno, sin límites, soberano y justo, donde la vida prevalece y la muerte, la enfermedad, la desesperanza y la destrucción provocada por el corazón entenebrecido del hombre, van desapareciendo hasta perder todo dominio

 

Lo que el Reino de los Cielo es según las Escrituras:

Lo que se anuncia en la Biblia es el reinado del Señor en los corazones de aquellos que estaban sin esperanza y en esclavitud del pecado (Efesios. 2:2; 1:4).

  1. Dios implanta el Reino de los Cielos en nuestros corazones.

Nuestra condición caída era de muerte y esclavitud. El pecado anidado en el corazón del hombre le incapacita para tener una vida plena.

Efesios 2:1-5   Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,

Aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(A) (por gracia sois salvos),

El problema del hombre no se encuentra fuera de él, no es responsabilidad de quienes le rodean y no se resuelve creando sociedades más humanas, más ricas, más desarrolladas, ni tampoco es un problema de necesidades materiales y psicológicas insatisfechas.

El problema del hombre, es un problema de dominio, de gobierno, de reinado. ¿Cómo así? Es necesario establecer quién gobierna su corazón, quién reina en su vida, quién domina sus pasiones. Necesitamos saber a qué reino pertenecemos.

Si no pertenecemos al Reino de los Cielos, entonces pertenecemos al reino de las tinieblas, estamos gobernados por “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”

El Reino de los Cielos es el reinado de Dios en el corazón de los hombres, que habiendo estado muertos en sus delitos y pecados, Él les dio vida en Cristo Jesús, “por su misericordia, por su gran amor con que nos amo”

Y de manera maravillosa, en el reino de Dios no existe la muerte, porque de la muerte Él nos rescata, y nos da vida nueva, vida abundante, vida transformada y nos da ¡vida eterna¡

Y tampoco en el Reino de los Cielos existe muerte, porque precisamente  uno de los grandes “Yo soy” de Jesús es el  “Yo  soy la vida”. ¡Cristo mismo es la vida¡

Juan 14:6 Yo Soy El camino y la verdad y la vida.

2. El Reino de los Cielos es para gloria de Dios y para la bendición de los escogidos

Efesios 1:6  para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,

Efesios 1:12-14  a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Hablar del evangelio es hablar del Reino de los Cielos. El Evangelio nos da las pautas para conocer y pertenecer al Reino de los Cielos, por medio del Evangelio llegamos a creer, a tener vida dentro de ese Reino

Y al hacerlo, vamos aprendiendo a conocer al Rey que gobierna en el reino,  y entonces aprendemos a dar testimonio de sus perfecciones morales: Único Dios, verdadero, santo, sabio, libre, absoluto, poderoso, amoroso, benigno, misericordioso, longánimo, bondadoso, perdonador y justo (Confesión de Westminster). [2]

Es importante que determinemos lo que el Reino de los Cielos no es:

El reino de Dios No es una condición o un estado, ni una sociedad creada y promovida por los hombres (la doctrina del «evangelio social»).

El Reino de los Cielos es “Ya, pero Todavía no”: Jesús oro:   

venga tu reino

Mat 6:9-10 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Venga  tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

La petición de la venida del reino se ubica entre las otras dos; es decir, entre las peticiones «santificado sea tu nombre» y «hágase tu voluntad» (Mateo. 6:9-10).

En la primera, el significado de la venida del reino se menciona como un aliciente efectivo para el hombre, de manera que, aprenda a rendir homenaje a las virtudes divinas «santificado sea tu nombre»

Y, de acuerdo con esto, donde el hombre reconoce quien es Dios, aprende a buscar y dar cumplimiento a la voluntad de Dios, revelada tanto en la tierra como es ahora hecha en el cielo. Convirtiéndose así, en un súbdito del Reino de los Cielos

Su venida es nada menos que la “gran irrupción divina”, el «rasgarse de los cielos» (Isaías 64: 1), el comienzo de la operación del “dynamis” divino (Marcos 9:1).

El reino de los cielos es, por esto, absolutamente trascendente en su origen, es la revelación de la gloria de Dios (Mateo. 16:27; 24:30; Mareos. 8:38; 13:26, etc.).

He allí por qué la doxología al final del Padre nuestro en muchos manuscritos: «porque tuyo es el reino…«, aunque no sea original del mismo, es aún la fórmula concebible más apropiada para la conclusión de esta «oración del reino«.

No es que el reino sólo esté relacionado con Dios, sino que también se origina con Él. SU venida únicamente se comprende sobre la base de su acción milagrosa y todopoderosa.

Al nacer Jesús, se anuncia su reinado y es adorado y reverenciado como rey (Mateo. 2:2). Ante su advenimiento hay esperanza, jubilo y proclamación (Mateo. 2:10-11; Lucas. 2:1-20).

Mateo 2:2  diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

Mateo 2:10-11  Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

  1. El Reino de los Cielos es un cambio interno del alma redimida.

El alma redimida pasa de muerte a vida, de tinieblas a luz, de la enemistad a la amistad, de del desconocimiento al conocimiento, de la desobediencia a la obediencia, de la desesperanza a la esperanza. De vivir sin Dios, a vivir con Dios.

Isaías 35:1-2    Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo (Desierto estéril) se gozará y florecerá como la rosa.

Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.

Al hablar de “Desierto y soledad”: encontramos símbolo de la muerte espiritual que caracteriza al hombre sin Dios. Nos hace referencia al desierto estéril, incapacitado para dar buenos frutos,

Pero cuando esa alma es redimida, entonces florece en su corazón el gozo, la fe nueva, un cántico nuevo, en alabanza y adoración a su rey. Y entonces, esa alma redimida verá “la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro”

2. El Reino de los Cielos es una esperanza: Vuestro Dios viene.

La razón de su venida, es traer salvación a su pueblo. Traer una esperanza gloriosa de redención y transformación

Isaías 35:3.4  Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.(A)

 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará

Dios mismo vendrá y nos salvará ¿De qué? De la muerte eterna, de la condenación eterna, del dolor y sufrimiento eternos. Y nos dará su salvación!!

Nos dará fuerzas nuevas fortaleciendo nuestras manos cansadas, para hacerles prosperar en el reino de los cielos aquí en la tierra; y afirmará las rodillas endebles, para hacernos caminar, llegar hasta la meta final y ver su gloria.

 

3. El reino de los Cielos es evidenciado por los milagros obrados por el omnipotente Dios.

Isaías 35:5-6  Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.

 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo;(B) porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.

Versículos relacionados.

Hechos 3:6-7  Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;

Cuando el milagro alcanza a sus elegidos, estos danzan y alaban a Dios, le glorifican por ser el Dios de su salvación.

4. El Reino de los Cielos es pasar del espejismo a la realidad, de aguas de muerte a agua de vida.

Isaías 35:7  El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos.

El que es infructífero, dentro del Reino de los Cielos comienza a dar frutos, y en abundancia. El que no florecía, hoy florecerá, porque estará cimentado sobre la roca que es Cristo Jesús.

5. En el Reino de los Cielos habrá un camino y un guía, y no nos extraviaremos aun por nuestra torpeza.

Isaías 35:8-9  Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.

 No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos.

Nuestro rey nos preservará, no nos dejará caer y extraviarnos, nos hará llegar hasta el día maravilloso en que seremos glorificados,  y estaremos juntamente con Él.

6. En el Reino de los Cielos el estado de glorificación nos espera.

Isa 35:10  Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

(BAD)  Y volverán los rescatados por el Señor,y entrarán en Sión con cantos de alegría,coronados de una alegría eterna.Los alcanzarán la alegría y el regocijo,y se alejarán la tristeza y el gemido.

El Reino de los Cielos es una responsabilidad con nuestro Dios.

El reino ya vino, pero lo esperamos; es, pero vendrá; se cumplió y se cumplirá; pertenece al pasado, presente y futuro.

Los cristianos lo esperamos; vivimos en el mundo pero no somos de él; porque nuestra ciudadanía está en los cielos. Aguardamos con expectativa la final trompeta.

  1. Mientras tanto, el Evangelio del reino nos llama a ser fieles, velar y orar, permanecer en adoración y testimonio ante el juez de toda la tierra.

Estar preparados, vestidos y con las lámparas encendidas. Ser como criados que están esperando el regreso de su amo

Lucas 12:35-36 Estén ceñidos vuestros lomos (preparados), y vuestras lámparas encendidas;(F) (velando y orando)

Y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan (Criados, siervos) a que su señor regrese (G) de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.

2. Somos llamados a proclamar su Evangelio, la buena noticia del reino.

Mateo 28:19-20 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,(B) bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

3. Rechazar la fascinación diabólica de la comodidad, poder y beneficios pasajeros.
  • Que la comodidad de una vida asegurada no nos detenga para ser sus discípulos. De manera que podamos decirle “Te seguiré a donde quiera que vayas” aún cuando sepamos que no tendremos ni siquiera un lugar donde recostar nuestra cabeza,
  • Que el seguir a Jesús, no nos lleve a búsqueda ambiciosa de lugares de privilegios como sucedió con la petición de los hijos de Zebedeo. Que busquemos sentarnos a la derecha del Hijo de Dios en su trono.

Que comprendamos que nuestro llamado es a servir y no a ser servidos, a dar también la túnica, cuando se nos pida que demos el manto, a poner la otra mejilla cuando seamos golpeados en una, a ser los últimos cuando queramos ser los primeros.

Que estemos dispuestos a lavar los pies de nuestros hermanos, a amar a nuestro enemigo, y a poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas.

4. Ser luz y testimonio de Jesús, el cual transforma y da victoria.

No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Que no nos callemos, que clamemos sin avergonzarnos ni intimidarnos, las Verdades del Evangelio

Somos la sal y luz de este mundo, y que esa luz brille, no dependa de las circunstancias, de si me acomoda o no

5. Rendirnos en adoración, gratitud y permanecer firmes ante las circunstancias.

2 Timoteo 4:16.18  En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.

Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.

Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Que las circunstancias difíciles no nos lleven a abandonar o blasfemar contra la obra de Dios. Sino que al igual que Pablo, digamos “el Señor está a mi lado” Él me dará fuerzas para continuar con la expansión de su reino. 

6. A vivir en amor y servicio a Dios, seguir a Jesús, ser fieles hasta la muerte, para recibir la corona de vida, preparada para sus hijos.

2 Timoteo 4:7.8  He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 

7. Debemos estar a la expectativa de la segunda venida del Señor “Maranatha”, y clamar “Ven Señor”.

Será allí donde  se hará pleno el gobierno del Señor Jesús y viviremos siempre con Él.

Decimos como los primeros cristianos, ¡Maranatha; ven Señor! (1 Corintios. 16:22; Apocalipsis. 22:20).

Apocalipsis 21:4-5  Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,(F) ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;(G) porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Apocalipsis 22:20.21  El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Conclusión:

El Reino de los Cielos es una esfera, física y espiritual, donde Dios reina, donde su voluntad es respetada y cumplida, y donde Dios es el  rey.

En este reino encontramos un pueblo que le ama y le sirve, que le obedece y le honra, que le reconoce como Señor.

Su reinado es eterno, su dominio sin límites, su poderío soberano y justo. Y ha sido su poder real lo que le llevó a decretar un pueblo para su gloria.

Y de igual forma, lo ha llevado a establecer un coro celestial que le alabe eternamente y una creación hermosa hecha por Él y para Él.[3]

Este Reino de los cielos viene a imponerse en el corazón de sus elegidos, para que por medio de su Evangelio puedan tener una vida nueva, transformada, que le glorifiquen a Él y que gocen de Vida Eterna juntamente con Él

Pero también, en este Reino hay responsabilidades para sus siervos. Ellos están llamados a  mantenernos fieles, velar y orar, permanecer en adoración y testimonio ante el juez de toda la tierra.

A ser valientes para proclamar su nombre y promover la expansión del Reino, dejando toda comodidad y ambición terrenal, a no rendirnos ante las circunstancias difíciles, y a mantenernos expectantes ante su segunda venida.

Si así lo hacemos,  llegaremos a ver el gobierno pleno del Señor Jesús y gozaremos de Él para siempre, en ese coro celestial que le alaba eternamente y para siempre.

 

[1] Ética Bíblica para el Líder y el Ministro. Dr. Ismael Quintero Rojas, pág. 57.

[2] Ibi, pag.58.

[3] Ética Bíblica para el Líder y el Ministro. Dr. Ismael Quintero Rojas, pág. 57.