Nuestra Oración Y La Voluntad Soberana De Dios, una reflexión para recordar nuestra responsabilidad como creyentes

Porque la soberanía de Dios nunca nos exime de nuestra responsabilidad de orar a Él para que sus propósitos divinos se lleven a cabo,

Aún cuando esos propósitos ya fueron decretados, debemos orar, al igual que Daniel, para que su pueblo vuelva a Jerusalén,

Para que la adoración sea restaurada, y el gozo de vivir en comunión sea restablecido

Y en nuestro caso, debemos orar para que la iglesia, como cuerpo de Cristo, vuelva a la comunión y adoración personal y pública, y presencial.

Si usted desea escuchar esta enseñanza, por favor visite https://youtu.be/qtrIVJUSl4k

Pero si desea profundizar un poco más sobre el libro de Daniel y los tiempos finales, por favor visite !El Tiempo Del Fin¡

Nuestra oración y la voluntad soberana de Dios

Luego de largos meses de cuarentena, producto de esta pandemia, nos gozamos al pensar que estamos a escasos días para volver a nuestros templos,

Y ante el “cautiverio” de estos cinco meses y el gozo de volver al templo, hacemos un paralelo con el momento histórico que vivía el pueblo de Judá,

Donde encontramos a un Daniel, que se da cuenta en base a la Escritura, que ya estaban concluyendo los 70 años de cautiverio a los que Dios en su disciplina los entrego

Daniel 1:2  Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, …

Entonces, debemos comprender que la falta de temor de Dios siempre traerá graves consecuencias en nuestra vida,  porque Dios, al que ama lo disciplina,

Además, debemos entender que no existe ningún enemigo que sea más poderoso que el pueblo de Dios, ya que fue el Señor el que los entregó al cautiverio,

Y es el mismo Dios, quien permite que nuestros enemigos se crezcan, cuando nosotros abandonamos los mandamientos divinos.

Pero también, debemos entender que la disciplina de Dios, siempre es por un tiempo determinado, no dura para siempre, pronto hace volver nuestro corazón a Él

Y esa disciplina tiene una causa que se haya en el pecado del hombre; y un maravilloso propósito: santificar, purificar, depurar a su iglesia

Versículo de referencia.

Daniel 9:2-3  en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías,

que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años

Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

Fue Dios quien permitió que se cerraran las puertas de todos los templos en todo el mundo, pero este cierre está llegando a su final,

Y es el tiempo de volver a congregarnos como un solo cuerpo, pero necesitamos hacer esto, siguiendo los principios bíblicos:

  1. Nuestra oración y el consejo divino

Aprendemos de Daniel, que aún siendo un hombre muy ocupado, pues era un alto funcionario de la corte real,

Aún así, Daniel dedicaba mucho tiempo a estudiar y entender la Escritura, y este es un principio vital, al que debemos volver

Daniel 9:2  en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías,

que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.(A)

Dice el texto, que Daniel “miró atentamente las Escrituras”, y estudiando de esa manera, es que se dio cuenta, que llegaba el fin del cautiverio

Es decir, Daniel no estaba elucubrando, sino que había entendido, que por la Palabra del Eterno Dios, dada al profeta Jeremías, el tiempo de la libertad llegaba

Lo que significa, que solamente cuando estudiamos atentamente las Escrituras, podremos ser capaces de comprender, de discernir la Voluntad de Dios para nuestro tiempo

  • La Palabra de Dios es Luz:

La Escritura nos ilumina y nos hace ver claramente lo que está aconteciendo, de manera que nos lleva a corregir en el presente lo que hicimos mal en el pasado,

Y nos capacita para vivir el futuro de una manera agradable a Dios sabiendo que cada día la venida del Señor esta cerca.

Entonces, hoy que estamos por volver a nuestros templos, es necesario que nos preguntemos ¿Habremos descuidado el estudio de la Palabra?

Antes que esta crisis se diera ¿Habremos dejado de lado el consejo divino? ¿Cómo estábamos antes que se cerraran los templos?

Cuando descuidamos la Palabra de Dios, no hay discernimiento y la iglesia comienza a caminar a tientas,

Nos llenamos de temor e incertidumbre, corriendo el riesgo de encontrarnos siguiendo filosofías humanas, falsas doctrinas.

No podemos olvidar la suficiencia de las Escrituras: es en la Palabra de Dios que encontramos todo cuanto es necesario para la salvación,

Y así mismo, todo lo concerniente a la fe y a la vida se encuentra en la Biblia, de forma clara, para que el creyente pueda entenderlo para su propio bien espiritual.

  • La Palabra es un testimonio fiel:

Salmo  119:24  Pues tus testimonios son mis delicias  Y mis consejeros.

La Escritura es fiel porque es la propia declaración de Dios sobre sí mismo, su propio testimonio.

Y este testimonio es “fiel”, seguro, confiable, digno de confianza, porque no tiene error, porque ha salido de la misma boca del Dios Eterno y Soberano.

Pero también ese testimonio de la Escritura, otorga sabiduría, “hace sabio al sencillo”, al simple, aquel que la recibe como un niño.

A éste lo capacita, lo hace hábil para todos los aspectos de la vida, porque recibe la Palabra como su única Verdad y fuente de autoridad, y confía en ella.

Pero no solo eso, la Palabra de Dios, es todo nuestro consejero, es la palabra del Señor la que domina la mente, las emociones y el consejo práctico que da dirección a la vida.

Salmo 19:7  La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;

La Palabra de Dios tiene un poder transformador interno completo, sólo por medio de ella, es que podemos tener una vida transformada

Solo el testimonio de Cristo convierte el alma y hace sabio al sencillo, y debe ser una delicia para nuestra alama

Nuestra oración y la voluntad soberana de Dios

Por tanto, aprendamos a meditar y a deleitarnos en la Palabra de Dios, y así obtendremos crecimiento, madurez espiritual y santidad.

  1. Nuestra oración una prioridad.

Daniel 9:3-4  Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo:

Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

Daniel era un hombre de oración  que se entrega de lleno a la comunión con Dios, y reconoce que a quien él ora, es al Dios soberano, que gobierna sobre todo

A un Dios infinitamente santo, que todo lo hace para su gloria y para el bien de su pueblo; un Dios que no cambia, que cumple su pacto, que su promesa es fiel, digna de ser creída

Pero esa oración está sustentada en la Verdad de las Escrituras, que nos permiten conocer a Dios y su perfecta voluntad,

Porque es el conocimiento de la Palabra de Dios, lo que nos permite comprender Quién es Dios, y quienes somos nosotros,

Y es ese entendimiento, lo que nos lleva a orar con humildad, en ayuno y cilicio, con reverencia, con temor y temblor.

Es entonces cuando comprendemos que la oración es una prioridad en nuestra vida, no podemos vivir fuera del favor divino, fuera de su perfecta voluntad,

Y necesitamos presentarnos delante del Dios santo, Señor de los cielos y la tierra, para suplicar por su misericordia para toda su iglesia.

  • Nuestra oración es importante

Daniel reconocía la importancia de la oración.

Daniel 6:10  Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén,

se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

Ahora que estamos por volver a los templos, que el tiempo de cuarentena ha pasado, y que hemos tenido tiempo para reflexionar sobre la condición de la iglesia,

Es tiempo de intensificar nuestros tiempos de oración, tal como lo hacía Daniel, que oraba tres veces al día,

¿Para qué vamos a orar? Para que el Señor nos muestre el camino que hemos de seguir, qué es lo que tenemos que cambiar, que corregir, cómo debemos empezar de nuevo.

  1. Nuestra oración debe incluir confesión de pecados.

Vemos como Daniel hace una confesión de pecados, tanto personales como los del pueblo, comprendiendo que No hay bendición de Dios si no hay confesión de pecados.

Daniel 9:5-6  hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes,

y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.

No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes,

a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Toda esa hermosa oración hace un énfasis en “Hemos pecado” porque no podemos orar solo por nosotros, necesitamos incluir a nuestro conyugue, hijos e iglesia

Y reconocer que nuestro pecado no es una práctica de vida, sino un pecado fruto de nuestra naturaleza caída, y que es necesario confesar a Dios, para ser limpiados

Pero no debe ser una confesión ligera, donde digamos “por sí hemos pecado” o pedir perdón por todos nuestros pecados en general,

Sino que es preciso que digamos en detalle cada uno de nuestros pecados, reconociéndolos como una ofensa al Señor, y que es un área en la que debemos trabajar.

Para ser perfeccionados, santificados, y poder crecer espiritualmente, dando testimonio de una vida transformada.

  • ¿Porque es necesario hacer confesión de pecado?

Porque cuando oramos nos estamos acercando a un Dios completamente santo, y sino confesamos nuestro pecado, nuestra oración no será contestada

De manera que el pecado interrumpe nuestra comunión con Dios, es como un  cortocircuito en la comunicación

Es así como encontramos muchas veces que nuestras oraciones no han sido contestadas porque hay un pecado secreto, que no hemos confesado.

Para ejemplo, recordemos el caso de David, que ante sus muchos pecados, dijo

Salmo 66:18 Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado”

El pecado produce un cortocircuito en el sistema de comunicación entre la tierra y el cielo, así que su oración con un corazón malvado ni siquiera llegará a Dios.[1]

  • ¿Cómo hacemos una oración de confesión de pecados?

Preguntémonos ¿Hemos reconocido nuestros pecados por nombre y apellido delante de Dios? Daniel nos enseña cómo hacerlo:

Hemos pecado,

Daniel declara delante de Dios que él, así como todo el pueblo, han «errado, son culpables», de haber perdido el blanco perfecto que es Dios.

Hemos cometido iniquidad,

Es decir, que todo el pueblo de Dios «doblo, torció, y es culpable de actuar perversamente»

Hemos hecho impíamente,

Reconocen que  «hemos hecho lo malo deliberadamente», sabiendo hacer lo bueno, decidieron hacer lo malo

Hemos sido rebeldes,

Daniel declara delante de Dios que se han «rebelado contra Dios» que hemos violado la autoridad divina.

Nos Hemos apartado,

En esta oración, Daniel reconoce que el pueblo se apartó del camino, que conociendo un camino claro, se fueron por el camino de tinieblas.

No hemos obedecido a tus siervos los profetas.

Esta última declaración resume todo lo anterior.

El pecado no permite ser escuchados por Dios

Y es así como debemos hacer nuestra confesión de pecados, cuando nos presentamos delante del Señor en oración.

  1. Nuestra oración y el arrepentimiento:

Dios no bendecirá a la nación de Israel, ni a su iglesia hoy en día, hasta que no haya confesado sus pecados y se haya movido al arrepentimiento.

Deuteronomio 30:1-3 Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti,

y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios,

y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma,

entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti,

y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.

Daniel sabe que Dios no se ha olvidado de sus promesas, que Él es el Dios de pacto, y que cumplirá su Palabra.

Y que si hay arrepentimiento en nuestro corazón, el Dios de pacto vendrá en nuestra ayuda, para sacarnos de la miseria humana, y extender su misericordia

Todo lo que necesitamos es reconocer nuestro pecado delante de Él, y en arrepentimiento volvernos en gratitud y adoración a Dios.

  • Apelando a la fidelidad de Dios:

Daniel 9:4  Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido,

que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

Que guardas el pacto” Enfatiza el hecho de que Dios no se olvida de sus promesas, entendiendo que el cumplimiento de los pactos, descansa en la absoluta fidelidad de Dios.

Porque si ese pacto dependiera de nosotros los hombres, no habría seguridad de su cumplimiento, pues muy pronto nos olvidamos de Dios y sus mandamientos,

Pero en el Dios Eterno e Inmutable, esa Palabra es firme y permanece, se cumple y es digna de toda nuestra confianza.

Pero también apelamos a la misericordia divina, de manera que la expresión “Que guardas la misericordia” nos recuerda el Amor leal de Dios, un amor inamovible.

Por tanto, es la fidelidad de Dios nuestro dulce refugio, nuestra esperanza y fortaleza.

  • El arrepentimiento mueve a Dios, a la misericordia y al perdón.

Dan 9:9-11  De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado,

 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz;

 por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

Cuando logramos confesar nuestros pecados, podemos ver claramente cuán grande ha sido nuestra transgresión, cuán grande nuestra ofensa a Dios

Y con la ayuda del Espíritu Santo, podemos movernos al arrepentimiento, al dolor de haber ofendido a un Dios bueno y santo, y volver nuestro corazón a Él

Será entonces, que Dios se moverá a misericordia, y perdonará nuestro pecado, restaurándose así, nuestra comunión con Dios.

  • Dios aplica su justicia:

Dios es soberano para cumplir sus advertencias ante nuestra desobediencia, y aplicar el derecho cuando su pueblo transgrede su ley.

Daniel 9:12  Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron,

trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.

Dios es soberano en aplicar su justicia cuando el pueblo transgrede la Ley, y esta justicia, que es una disciplina, es aplicada en el amor de Dios a la iglesia,

Porque se hace necesaria, para purificar nuestros corazones, para santificar nuestras vidas, para reconocer el precio de la desobediencia a Dios.

  1. Nuestra oración y nuestra petición

Daniel 9:16  Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte;

porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro.

El pueblo de Dios se convierte en una vergüenza delante del mundo, cuando se olvida de Dios, cuando se aparta de la su ley

Y es entonces, cuando estamos en ese oprobio, producto de nuestra desobediencia, que  levantamos un clamor para que la misericordia divina se derrame sobre nosotros.

  • Oramos para ser escuchados:

Daniel 9:17  Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.

Daniel concluye su oración pidiendo a Dios que escuche el clamor del pueblo, así nosotros, debemos orar fervientemente para que el favor divino este sobre nosotros.

Nuestra oración y la voluntad soberana de Dios

Debemos orar para que el santuario, que esta desolado, vuelva a ser templo y morada del Espíritu Santo donde la adoración es restaurada

Un templo donde la Palabra de Dios sea atendida, obedecida, y sea la guía, la norma de autoridad de la vida cristiana.

Y clamemos para que el Señor mire nuestra condición de ruina y desconsuelo, y que nos ayude por amor de su Nombre, y perdone nuestro pecado

Daniel 9:18  Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre;

porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.

La oración de Daniel no está confiada en los méritos humanos sino en las muchas misericordias de Dios,

Y toda la petición  se centra en la restauración de la adoración a Dios, que la comunión sea restablecida y que haya gozo por la bendición recibida, por la misericordia de Dios

Esa ha de ser nuestra petición hoy que volvemos de esta cuarentena: que la adoración en el templo sea restablecida, por amor al Nombre de Dios y por su misericordia.

 Conclusión:

Nuestra oración es una responsabilidad humana, que ha de llevar a que la voluntad soberana de Dios sea realizada en nuestra vida

Pero esa oración debe sustentarse en el conocimiento del Dios de las Escrituras, para poder discernir su Voluntad y orar conforme a ello

Pero también, nuestra oración debe contemplar la confesión de nuestros pecados, para movernos al arrepentimiento y volver nuestro corazón en obediencia a Dios,

Solamente así, seremos escuchados y bendecidos con la misericordia divina.

Palabras y frases significativas:

Mire atentamente: bîn, «comprender, ser capaz, actuar sabiamente, considerar, prestar atención, tomar en cuenta, notar, discernir, percibir, indagar»

Deleite: shashúa; disfrute:- deleitar, delicia, delicioso, precioso.

Entendido: El significado fundamental de sakal parece ser «mirar, prestar atención»,

Volví: natan, entregar, poner, afirmarse en la oracion // Reconociendole como Dios soberano y que tiene toda la autoridad “Señor de los cielos”

Señor: adonay elohim. Enfatiza soberanía de Dios //

Oración: tefilá; intercesión, súplica // Ruego: takjanún misericordia, ruego y se acerca a Dios en completa humildad (ayuno, cilicio y ceniza).

 

 

[1] https://billygraham.org/espanol/la-oracion/