Las metas y propósitos en la vida siempre son importantes, pues nos determinan el rumbo que hemos de seguir.

Nos permiten caminar con dirección y sentido, de manera que nuestra vida vaya fructificando. Estas metas no siempre las sabemos fijar.

Muchas veces se encuentran centradas en nuestras necesidades materiales o de realización personal, olvidando la esencia y razón de ser de la vida misma.

De allí la importancia de encontrar esa dirección no en mi propia persona, sino dentro del propósito eterno con el cual fui creado:

Texto de referencia:

Eclesiastés  12:1-3  Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,

Antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;

  1. Metas y propósitos según nuestro Creador

Todos conocemos al autor de este Libro de la Biblia: Salomón, el hijo del Rey David, el hombre más sabio de su tiempo, el más poderoso, el más rico y el que más esposas y concubinas ha tenido.

Este hombre, al que, según nuestros ojos de mundo, no le hizo falta nada, gozo y disfruto de todo cuanto el mundo pueda ofrecer, y lo tuvo a manos llenas,

Así dice al final de toda su reflexión: “acuérdate de tu Creador”

¿Por qué habríamos de hacer memoria de nuestro Creador?  Lo haremos por las siguientes razones:

a. Dios es Dios:

Nuestro Creador es el Dios sublime, el Todopoderoso, que con solo pronunciar una Palabra, lo que no es, es hecho.

b. El Creador es Dios:

Él es el Creador, y nosotros la criatura, porque Él es el gran alfarero y nosotros el barro.

c. Es Dios Soberano

Nada acontecerá en nuestra vida si el Dios que nos creo, no lo permite,

¿Y por qué en los días de nuestra juventud? Porque son los tiempos en los que tenemos plenitud de vida.

Es cuando estamos en la plenitud de nuestra vida cuando más necesitamos el consejo sabio y oportuno de la Palabra de Dios, cuando más necesitamos dirección y guía,

  • Metas y propósitos para una vida plena:

Eclesiastés 12:2-3 Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;

Cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes,

Y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

Dice el sabio Salomón, “Acuérdate de tu Creador antes que vengan Los días malos… los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”.

Es decir, los años en los cuales ya no hay alegría en el vivir, y que al ver hacia atrás y contemplar todo nuestro recorrido por la vida, solo nos queda la carga pesada de lo vivido.

Si es en estas circunstancias que se busca a Dios, entonces solo lo buscamos para la muerte y no para la vida. ¡Esto es triste y sin propósito¡

Y así la Escritura nos comienza a describir la tristeza de la vejez, lo gravoso de los años vividos sin Dios:

 Oscurecer el sol:

Los años de nuestra vejez se caracterizarán por la incapacidad de vivir y disfrutar, pues poco a poco nos vamos incapacitando físicamente.

Vuelvan las nubes tras la lluvia:

Es decir, no sale más el sol, solo vemos nubes oscuras y amenazas de lluvia, haciendo referencia a las constantes dolamas del anciano, nuevas cada día.

Guardas de la casa:

De manera poética se refiere a los brazos que de manera acelerada van perdiendo su fuerza, agilidad y destreza

Hombres fuertes:

Hace referencia a las piernas que como pilares incansables nos sostienen de pie, pero que en la vejez, se cubren de torpeza y cansancio.

Los que miran por las ventanas:

Nuestros ojos que cada vez más, miran menos, y lo que antes nos eran tan visible y claro, hoy nos cuesta discernir.

La vejez tendrían que ser los años más hermosos y de mayor provecho para el creyente cristiano,

Pues son los años que se pueden dedicar completamente a contemplar y servir a nuestro Dios.

Pero cuando la vida la hemos llevado alejada del Señor, azotada por las demandas de la vida acelerada y demandante del éxito y los logros,

Es probable que esta etapa de nuestra vida, sea justamente los años en los cuales digamos: “No tengo en ellos contentamiento”

  1. Metas y propósitos en un mundo de pecado:

Eclesiastés 12:7-8  y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Justamente ese hombre que no careció de nada: tuvo riqueza, fama, belleza, poder y sexo. Todo lo que el mundo ofrece como sinónimo de felicidad y éxito.

Este mismo hombre, nos dice: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”  y nos recuerda nuestro destino final

Y el polvo vuelve a la tierra” remontándonos al momento mismo donde el hombre peca contra Dios y debe cargar con las consecuencias de su pecado:

Génesis 3:19  Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado;

Pues polvo eres, y al polvo volverás.

  • Consecuencias de un mundo de pecado:

Adán y Eva lo tenían todo para ser inmensamente felices y estar completamente satisfechos con su vida:

Vivían en el huerto de Edén, un lugar hermoso que lo tenía todo:

Alimento en abundancia, armonía con la naturaleza, amistad con los animales, una relación conyugal perfecta,

Y de manera especial, gozaban de la presencia plena de Dios. ¡Pero esto no era suficiente! Ellos querían ser como Dios,

La vanidad de los ojos y la vanagloria de la vida, les llego al corazón de suerte tal, que ¡lo perdieron todo¡

Ahora, con el sudor de su frente comerían el pan, y ciertamente morirían, pues “polvo eres y al polvo volverás”.

Ellos, al igual que nosotros, debían pagar las consecuencias de su pecado!¡

Desde entonces:

Nos cuesta prosperar:

El trabajo se hizo duro, y el fruto de nuestras manos escaso y difícil de obtener. Trabajamos y trabajamos, pero no nos abunda,

Nunca es suficiente, no alcanza y las demandas se hacen cada vez mayores.

Tenemos un alma insaciable:

Un alma que cada vez quiere más, que nada es suficiente para estar satisfecha. Nada le hace feliz ni le permite sentirse plena.

Pensamos que seremos felices cuando crezcamos y nos vayamos de casa, pero cuando esto acontece, nos damos cuenta que no estaba allí la felicidad.

Creemos que el logro de nuestras metas nos harán sentirnos realizados y felices:

Tener un título profesional, una casa, un carro, un marido, una mujer hermosa, un trabajo sobresaliente, etc.

Pero una vez logramos cada una de esas cosas, nos damos cuenta ¡que no estaba allí la fuente de la felicidad¡

La vanidad del mundo:

Lo que las Escrituras llaman “la vanagloria de la vida” ponernos a la altura de las demandas del mundo, ser admirados y exitosos,

!Esto nos lleva a vivir de las apariencias.¡

Tendremos una excelente apariencia, pero nuestra vida interior y nuestras relaciones primordiales, seguramente, destruidas, vacías.

Corazones idolatras:

Nos convertimos en idolatras, que ante el dios del éxito, la belleza o el poder sacrificamos nuestros hijos, maridos, y nuestras relaciones fundamentales.

Las metas y propósitos que el mundo nos impone, sin lugar a dudas nos conducen a una vida vacía, insatisfecha, triste y finalmente destruida.

  1. Metas y propósitos según Dios:

Eclesiastés 12:13  El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;

Porque esto es el todo del hombre.

Sin olvidar quién nos está diciendo estas palabras, ese hombre que tuvo a manos llenas, todo lo que el mundo ofrece, nos lleva a esta hermosa conclusión

  • Teme a Dios y guarda sus mandamientos:

Este es el consejo final del sabio Salomón. Veamos en detalle en qué consiste:

Teme a Dios:

Es decir, no te olvides que Él te creó, que todo lo que pienses, sientas o hagas, debe ser de manera tal, que agrade a Dios.

Llegar a amar a Dios, por ser Dios, de manera tal que vivamos siempre agradándole, que nos duela profundamente, ofenderle.

Temer a Dios, en el sentido de tomarlo en cuenta en todas las circunstancias de nuestra vida, reconociéndolo en todos nuestros caminos

Y guarda sus mandamientos,

Si tememos a Dios, entonces nos será fácil guardar sus mandamientos. Servirle y obedecerle porque Él es nuestro Dios.

Cuando guardamos Sus mandamientos, nos hacemos hombres y mujeres sabias, porque Dios es comienzo, contenido y final de la verdadera sabiduría.

¿Por qué?

Porque esto es el todo del hombre. Es decir que lo mejor que un ser humano puede hacer es tener temor de Dios y obedecer sus mandatos.»

Solamente haciendo esto, podremos encontrar la felicidad que tanto anhelamos. Porque éste es todo el deber del hombre.

El todo del hombre hace referencia a toda la vida

  • ¿Dónde encontramos el propósito de la vida?

El sentido de la vida se ha de encontrar en la manera de vivir de cara a Dios, con nuestros ojos puestos en Él y con el anhelo de vivir agradándole siempre

Sin olvidar que Él es nuestro Creador y quien finalmente ha de juzgar la vida

Eclesiastés 12:14  Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Conclusión:

Concluiremos esta reflexión dando respuesta a la gran pregunta de la existencia humana ¿Cuál es el propósito para el cual fue creado el hombre?

¡!Para glorificar a Dios y gozar de Él para siempre¡!

Así lo dice el catecismo mayor de Westminster y se confirma a lo largo de todas las Escrituras

Así que Mi propósito en esta vida es Glorificar a Dios, y el beneficio que obtengo si lo hago así es: Gozar de Dios para siempre,

Lo maravilloso es que ese gozo empieza aquí en esta vida temporal y llega hasta la eternidad.

Si vivimos glorificando a Dios, podremos fructificar en gozo, paz y amor

Estos frutos se manifestarán en nuestro en primer ministerio, nuestra familia, y poco a poco se harán visibles en nuestra comunidad

Y luego se harán evidentes en todas nuestras circunstancias y relaciones, beneficiándonos de esos bienes que el dinero no sabe comprar.

Mi meta en esta vida será: transformar mi carácter hasta llegar a ser cada vez más parecida a Cristo

 

Fuentes consultadas:

Diccionario bíblico Siglo XXI

Biblia Reina Valera 1960