Una mente preparada para la aflicción. Cuando enfrentamos aflicción en nuestra vida, debemos empezar preparando nuestra mente para hacerle frente a la situación.

 Salmo  3:3 “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.”

En este Salmo de David, podemos apreciar el dolor  y la aflicción que él vive ante la lucha con su hijo Absalón, que se ha levantado contra su padre en una lucha por el poder y el reino.

Y nos da un ejemplo de cómo enfrentar los momentos de angustia y aflicción. Cómo preparar nuestra mente y corazón para ello.

Para esta ocasión histórica, narrada en 2 Samuel del capítulo 15 al 17. David, en medio de grande tribulación, con confianza filial, implora el socorro divino, y en anticipación del alivio, ofrece alabanza.

Veamos en detalle el clamor y la alabanza de David:

Salmo 3:1-2    ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Selah

¿Qué es un adversario?

David define el concepto de “Adversario” como Alguien que se levanta contra mí.

¿Dónde encontramos el ataque real?

Se encuentra en creer que No hay salvación para él en Dios, peor aún, Dios no le salvará de las aflicciones. Y su mente, su entendimiento se ven perturbados.

Una mente preparada para la aflicción.

Qué tipo de Aflicciones podemos los cristianos enfrentar? Todas las aflicciones que vivimos, los cristianos y los no cristianos, son fruto del pecado. Ese pecado que mora en nuestros corazones y que nos lleva a contaminar y destruir todo cuanto tocamos.

Pero los cristianos tenemos ventaja sobre los no creyentes, pues hemos sido dotados de una nueva vida, de una mente renovada que nos permite identificar el pecado y hacerle frente con el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros,

Y es este poder de Dios en nosotros, el que nos permite enfrentar esta lucha con la convicción clara de que venceremos. La victoria esta segura, pero la lucha es del día a día

  1. Los daños que causa el pecado nos deben llevar a tener una mente preparada para la aflicción

Las aflicciones que produce el pecado nos deben llevar a renovar nuestra mente. David pecó con Betsabé. Cometió pecado de lujuria, de adulterio, de asesinato. Mintió, traiciono, robo, ¿Cuánto más?.

Un pecado que poco a poco lo fue envolviendo en una nube espesa que le impidió detenerse, no le permitió ver la ruta de destrucción que se iba abriendo y mucho menos poder discernir todas las consecuencias que sus propias acciones le traerían.

¿A cuántos de nosotros nos ha sucedido igual?

Sabemos que no debemos continuar viviendo como lo hacemos, que no debemos continuar hablando con tanta ligereza e imprudencia.

Que no debemos continuar con esas amistades. Que debemos frenar esos pensamientos, que no debemos avanzar con esas relaciones, que debemos abandonar estos u otros hábitos.

¡Pero no podemos! No podemos detenernos, y tampoco podemos ver el camino de destrucción que vamos edificando y que vamos recorriendo cada vez más profundo.

Pero es aquí donde David clama a Jehová: a un Dios que David muy bien conocía como el Dios del pacto.

A él lo afligen diciendo “No hay salvación para ti en Dios”, diciendo “Dios te ha abandonado” Y es entonces que David hace memoria, y su mente se activa, recordando que el Dios en quien él ha confiado, es un Dios de Pactos, y toda su casa está dentro de esa promesa.

La palabra “Mundo”: lo entendemos como: Adversarios, enemigos. Todo aquel mundo que se levanta contra nosotros y nos ataca, buscando alejarnos de nuestra fe y esperanza que es en Cristo Jesús.

Porque las aflicciones del mundo son grandes, y las encontramos porque el mundo no es nuestro hogar, no debe estar en nuestra mente porque no pertenecemos a él; pero estamos mandados a predicarle al mundo.

Y el mundo vive en densas tinieblas, muchos pecados y aflicciones, muchas consecuencias de muerte que nos alcanzan cuando participamos de él, afectando nuestro entendimiento de las cosas.

«Salvación» en el Antiguo Testamento no se entiende como salvación del pecado, puesto que el término denota una amplia gama de sentidos relacionados con la «liberación»: de aflicción, guerra, servidumbre o enemigos.

Salmo 34:19  Muchas son las aflicciones del justo,  Pero de todas ellas le librará Jehová.  

1 Pedro 4:12  Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,

2. Preparar la mente para la aflicción significa anticiparse

El primer elemento que debemos considerar al momento de enfrentar las aflicciones es la Anticipación. De alguna manera vemos venir la prueba cuando hemos caminado mal.

No nos sorprendamos por las aflicciones que nos sobre vienen! Pues no son cosa extraña para los cristianos, como nos dice el apóstol Pedro. Renovemos nuestro entendimiento. Aflijámonos cuando no las tengamos ¡Quizá no seamos hijos!

  • Una mente preparada para la aflicción nos permite reaccionar correctamente

¿Cómo debemos reaccionar?

  1. La auto predicación.

Salmo 3:3  Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;  Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

Debemos saber que es lo que nos dirán nuestros enemigos cuando nos ven en aflicción: Se va a morir con esta aflicción, hoy le veremos destruido, hoy no saldrá de esta, hoy veremos que Dios no está con él.

Pero debemos aprender de David que ante esas palabras, él se predica la verdad de Dios: Jehová es  Dios de pacto, “Escudo alrededor de mi”. Fe, es ver lo que otros no pueden ver, creer que lo que Dios ha dicho sucederá porque Él lo ha dicho.

Reconocer que la verdad es que Dios me está castigando por mi pecado, me esta disciplinando pero sé que no me va a matar, no me va a destruir, porque soy su hijo, y tengo certeza de eso.

Y entonces, con firmeza puedo clamar, en medio de la aflicción, lo que Él es: Tu eres:

  • Escudo mío:

Dios es Protección alrededor de mí.

  • Mi Gloria: (Kabod en hebreo),

Es decir peso, el que me da valor y significado

  • El que levanta mi cabeza:

Cuando Dios nos levanta (rûm ) la «cabeza», nos llena de esperanza y de confianza. Sabemos que no nos dejará avergonzados.

Cuando estemos enfrentando el momento más angustiante y aflictivo de nuestra vida, aprendamos a predicarnos la Palabra a nosotros mismos, recordemos quien es Dios para mi, quien soy yo para Dios, y recordar siempre sus promesas.

2. Reconocer quién es Dios

Recordemos que Él es Dios: Soberano, omnipotente, lleno de gracia y misericordia, de Justicia y Santidad.

David aprendió a predicarse a sí mismo. Cuando no lo hacemos, nuestro lenguaje es equivalente al del enemigo. Y nos destruimos a nosotros mismos.

Primero: Lea la Palabra, después interiorícela, aplíquela a su vida, póngala en práctica y luego ore mucho, para que su entendimiento sea renovado y su vida transformada.

3. Echar mano de La oración.

Salmo 3:4  Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah 

Dios respondió la oración de David: No te vas a morir. Tus aflicciones no te destruirán. Esta aflicción te enseñará los efectos destructivos del pecado y te mostrará el poder, el amor, la misericordia de Dios.

           

 Las victorias del cristiano son seguras, llegarán y seremos perfeccionados, purificados para ser un pueblo santo. Debemos tener la Seguridad de la Victoria.

  1. Preparar la mente para la aflicción nos conduce a Victorias internas

Salmo 3:5  Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba. 

Sustentar: (samákraíz primaria) Es decir, que mientras dormimos, podemos descansar confiadamente porque Él nos sostiene. Estamos apoyados o agarrados de Él 

Durante las aflicciones, es Dios quien nos afirma, nos apoya, nos asegura, nos llena de confianza, nos hace perseverar, nos pone valor, nos provee esperanza y fuerzas, nos permite reposar, nos sostiene y nos sustenta.

Filipenses 4:6-7  Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

La Victoria interna se obtiene sobre el temor, la ansiedad, sobre mi desesperanza, sobre mi incredulidad, sobre mi impotencia ante la adversidad. Y nos sobre ponemos a todo ello porque nuestro Señor nos sostiene, nos sustenta, no nos deja perecer en la incredulidad.

          4. Prepara la mente para la aflicción nos da una Victoria externa.

Salmo 3:6  No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí. 

Isaías 26:3  Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.

Perseverar significa Predicarse a sí mismo, vivir la Palabra, creerla, recordarla y compartirla. Y entonces, levantarnos y luchar, con toda la certeza de que Él está a nuestro favor, que Él es con nosotros y por nosotros. Y entonces levantamos Un grito de guerra.

Salmo 3:7  Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;  Los dientes de los perversos quebrantaste.

  • La victoria final sobre la aflicción, la consumación de la salvación.

Sin aflicción y con una mente nueva podemos ver y saborear la salvación que proviene de Dios.

Salmo 3:8  La salvación es de Jehová;  Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah

Nuestros oponentes dicen “no hay salvación”. Pero debemos recordar que «La salvación no pertenece a la voluntad libre del hombre; ni a merito alguno del hombre, ni por lo menos a la voluntad del hombre»

Nosotros sabemos y enseñamos que la salvación desde el principio al fin, en cada punto y detalle de la misma, pertenece al Dios Altísimo.

  • Es Dios

El que escoge a su pueblo.

  • Es Dios

Él que Nos llama por su gracia;

  • Es Dios

Quien nos aviva por medio de su Espíritu, y nos guarda con su poder. No es del hombre ni por el hombre; «No es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que muestra misericordia».

Todos hemos de aprender esta verdad experimentalmente, vivencialmente, cuando las aflicciones nos apremian y nos damos cuenta que nada podemos hacer, y nuestra mente no nos permite pensar bien.

Que mientras más hacemos, más se profundizan nuestros problemas, más impotentes nos sentimos.Que es entonces que necesitamos de un poder sobre humano, de una intervención divina para salir del mundo aflictivo que nos rodea y poder ver con nuevos ojos.

Y al final, entendemos que nuestra carne, nuestra humanidad egoísta y orgullosa nunca nos permitirá  aprender esa gran Verdad  de otra manera. Debemos llegar a una Mente madura:

4. Una mente preparada para la aflicción glorifica a Dios

En las aflicciones vamos a glorificar a Dios, son los mejores momentos para hacerlo.

Salmo 84:5-7  Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,  En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,  Cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion. 

Este salmo señala a Cristo, como nos fortalece y transforma nuestras lágrimas en ríos de agua viva. Entonces, preguntémonos ¿cómo  debo reaccionar ante la aflicción? Y en Hebreos encontramos la mejor respuesta:

Hebreos 12:2-3  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.