Cicatrices Para La Eternidad!¡ son esas Cicatrices que con gozo y gratitud nos recuerdan de donde venimos y hacia donde vamos, nos recuerdan, Quién es el que nos rescato.

Pero en nuestra vida sin Cristo, en nuestro andar por el mundo, nos van causando heridas y vamos hiriendo a otros, y con ello, nos vamos llenando de dolor y amargura, de tristeza y sin sabor, que van dejando cicatrices en nuestra alama

¡! Cicatrices Que Aún No Han Sanado ¡! Y estas Cicatrices no son físicas, son Cicatrices del Alma, que día a día nos recuerdan el dolor vivido, que despiertan en el corazón, el resentimiento, la amargura, el deseo de venganza.

Cuando Dios crea a Adán y Eva, dice la Palabra de Dios que todo lo hizo bueno, y en gran manera, pero cuando hace al hombre lo hace a su imagen y semejanza, este hombre en este primer estado aun no conoce el pecado,

Pero una vez desobedece, la vergüenza, el miedo y la desconfianza comienzan a marcar su vida, pero más que eso, su corazón queda marcado por la  muerte como consecuencia de la desobediencia, de haber quebrantado la relación con Dios,

El día que comieres ese día morirás.Una verdad que inmediatamente experimento Adán, y con ello confirmo la fidelidad de Dios: tan fiel a su promesa como fiel es a su advertencia.

El día en que fue sacado de Edén es un día que marco la vida de Adán, probablemente pasaron cientos de años y recordaba aquel fatídico día en el cual desobedeció al Dios Creador y decidió obedecer a Satanás,

Pero de allí en adelante el corazón de este hombre seria marcado frecuentemente por las consecuencias del pecado, Caín mata a Abel, una herida más en la vida de nuestra primera familia,

Seguramente cada año había dolor, la herida sangraba, los recuerdos son especialistas en abrir heridas y si bien se dice que el tiempo es el mejor medico no siempre eso sucede así,

Y mucho menos con el pecado, de manera tal que hay Cicatrices que no han sanado, el dolor permanece y es tan fuerte como si ahora mismo estuvieran sucediendo las cosas que lo provocaron.

Las Cicatrices Del Alma que provoca el pecado.

Dios creó al hombre para vivir en una relación de amor, de armonía y de ayuda mutua, pero el hombre decide dejar esa relación provocando  la caída, y con ello se producen las heridas. Una herida que nunca sanara.

El pecado ha dejado cicatrices en nuestra vida, cicatrices que sin duda nos traen vergüenza. Pero Cristo nos aseguró que vino al mundo a buscar y a salvar lo que se había perdido, pues no son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos.

Y es aquí, en este grupo de perdidos que el Señor vino a salvar, que nos encontramos nosotros:

  1.  Mamas solteras: Es seguro que con la ayuda de un Padre la crianza de sus hijos hubiese sido diferente.
  2. El hombre que fue abandonado por su esposa.
  3. Padres que experimentaron la dura prueba de ver morir a sus hijos.
  4. Madres que optaron por el aborto, y ahora la culpa les persigue
  5. Hijos que nunca quisieron que sus Padres se separaran, pero la separación se dio.
  6. Matrimonios que en su momento se hicieron promesas, tejieron esperanzas, sueños, pero llegado el momento las prioridades cambiaron, y los sueños y esperanzas se cayeron.
  7. Aquella mujer que nunca fue valorada por hombre alguno, pero que cuando encuentra uno y se casa con ella, se lo matan al par de meses de aquella boda feliz.
  8. Hijos que nunca conocieron a sus padres.

Todas estas situaciones, y muchas más provocan Cicatrices en el Alma, que pareciera que nunca sanaran, y que nos llenan de sentimientos destructivos, de impotencia y de incomprensión

Todas esas heridas son producto del pecado que entro en el mundo.

Nuestras Cicatrices cuentan una historia:

Cuando vemos nuestras fotos, logramos recordar aquellos momentos de sufrimiento y profunda tristeza que nos embargaba. Lo reflejan nuestros ojos, nuestra lejanía, apatía o indiferencia,  y empezamos a hacer memoria de lo que ha sido nuestra vida:

  • Mi padre alcohólico.
  • Mi madre excepcional.
  • Las cicatrices producto de mi propio pecado.

Y al verlas nos remontamos al dolor de ese momento, y poco a poco nos va embargando la depresión, el insomnio, la frustración, el sentimiento de fracaso, un sin sentido de la vida, y es entonces cuando debemos cambiar nuestros lentes.

Debemos quitarnos esos lentes con los que estamos viendo al mundo, a las personas, a nuestra propia historia, y comenzar a ver hacia lo alto, lo celestial, a lo que existe más allá de esta tierra, y ponernos unos nuevos lentes.

Las Cicatrices del Alma nos deben llevar a ver  La Obra De Cristo.

A Jesucristo, nuestro pasado no lo espanta ni lo confunde. Su amor es más profundo que las cicatrices de nuestro pecado. (Juan 8:3-11).

Dejemos, pues, de tratar de ocultárselas. De todos modos, a Él no se le puede ocultar nada. Corramos más bien a su encuentro.

Cristo ve mucho más allá de nuestras cicatrices, y anhela vernos tal como somos, hasta el punto de haber dado su vida para que eso sea posible.

Delante de Él no se necesita mantener una imagen de perfección humana, pues nada de lo que hay en el hombre es bueno, hasta que Él obra en nosotros una nueva criatura, en la que poco a poco se ha de restituir la imagen de Dios deteriorada por el pecado.

Cristo nos aseguró que vino al mundo a buscar y a salvar lo que se había perdido, pues no son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos por el pecado.

Mateo 18:11  Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.(E)

Marcos 2:17  Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Lucas 4:17-19  Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,  Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

 Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

 A pregonar libertad a los cautivos,  Y vista a los ciegos;

 A poner en libertad a los oprimidos;   A predicar el año agradable del Señor.(F)

Esta es la Verdad de Dios que nos hace libres. Nos libera del poder destructor del pecado, del capricho de nuestra alma egocéntrica y del dominio de un mundo pervertido gobernado por el príncipe del mal.

El primer paso que debemos dar, si queremos sanar esa Cicatrices de nuestra alma, es reconocer nuestra condición de pecado, lo cual solo es posible en la Gracia Divina. Por lo cual debemos orar, pidiendo al Señor nos permita ver nuestra condición de muerte.

¿Cuál es Nuestra Condición delante de Dios? Estamos en <<Oscuridad>>

  • Perdidos
  • Enfermos
  • Pecadores
  • Pobres
  • Quebrantados de corazón: es decir: Roto, hecho añicos.
  • Cautivos
  • Ciegos
  • Oprimidos
  • CONOCIDOS POR NUESTRAS CICATRICES.

Juan 20:19-20  Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.

 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.

La paz pronunciada a los discípulos—y no sólo pronunciada sino de hecho, una paz dada—era real; había sido comprada a gran costo y ahora les era otorgada

Una vez Que los discípulos miran sus manos y costado, ellos, al igual que nosotros, debemos meditar en tan grande y hermoso sacrificio, que solo Dios y Hombre perfecto, podría hacer, y con esa comprensión  ¡¡adorar¡!.

Entonces, no es de sorprenderse que Dios permitiera que las cicatrices permanecieran en el cuerpo resucitado de Jesús, el cual era perfecto excepto por dichas marcas.

Sus discípulos lo reconocerían por ellas. Estas cicatrices, y no sus ojos, ni alguna peca sobre su mejilla, se habían convertido en su marca de identificación.

A Jesús se le reconocía por las cicatrices que habían quedado de las heridas que había sufrido en la cruz, y aquellas brutales cicatrices eran parte de Su Gloria.

Las Cicatrices de Jesucristo son El precio de nuestra paz:

Las cicatrices de Jesucristo son el precio ¿De cuál paz? De la paz que produce la reconciliación ¿Cuál reconciliación? La enemistad de Dios con el hombre, por medio de Jesucristo es reconciliada, y gracias a ello, ahora podemos acercarnos a Él

La desobediencia de Adán, rompió la relación, la comunión con Dios, y la obediencia y sacrificio de Jesucristo la reconstruyo, y Él es el camino nuevo que nos conduce al Padre, quitando de nosotros toda culpa y acusación.

Isaías 53:5-6  Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.(D)

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,(E) cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Isaías 53:12  Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,(I) habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Las Cicatrices del ministerio.

También nos quedarán cicatrices al tomar la cruz de Cristo y seguirle. A los seguidores de Jesús también se les reconozca por sus cicatrices.

Gálatas 6:17  De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

(BAD)  Por lo demás, que nadie me cause más problemas, porque yo llevo en el cuerpo las cicatrices de Jesús.

¿Cuáles son las cicatrices de Cristo que llevaba Pablo?

Pablo llevaba en su cuerpo las cicatrices de las persecuciones que padeció por el nombre de Cristo (1 Corintios. 4:11; 2 Corintios .4:10,11;6:5,9; 11:24-25).

Marca:stigma (στίγμα, G4742) , denota una marca tatuada o hecha mediante un hierro candente (relacionado con stizo , pinchar; cf. el término castellano «estigma»), y se traduce «marcas» en Gal_6:17.¶

En cuanto al origen de esta figura de lenguaje, era ciertamente costumbre que un dueño marcara a sus esclavos, pero esta forma de hablar no sugiere que el apóstol hubiera sido marcado por su Señor;

Pero sí estaba Pablo señalado con las marcas de su devoción al Señor Jesús. Y estas cicatrices del ministerio eran la carta de presentación de Pablo que le acreditaban como apóstol del Señor.

Al igual que Pablo, nosotros también seremos marcados, llevaremos  Cicatrices del ministerio:

  • Sufrimientos físicos.
  • Obediencia.
  • Lealtad a Jesús.
  • Devoción.
  • Renuncia.
  • El sacrificio, mostrado por llevar su cruz, una vida que se entrega por su causa, edificar a los santos y alcanzar a los perdidos.

2 Corintios 4:10.11  llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.

 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

Nuestra labor ministerial es un hermoso, inmerecido y grande privilegio. Pero debemos tener cuidado, pues todo ello no significa vanagloria ni demanda de pleitesías, queriendo recibir honra de los hombres.

1 Corintios 4:9-14  Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.

 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados.

Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.

Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos;(A) nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.

Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados.

Como muy bien nos lo dice Pablo, toda esa realidad de las cicatrices del ministerio, no es para amedrentarnos y lamentar estar allí. No es para que creamos que la obra de Cristo implica excesivo sufrimiento, pues igual lo implica el mundo.

Sino más bien, es para que comprendamos que todo ese sufrimiento son parte de nuestra renuncia al mundo de pecado, pero que se acompaña de una esperanza gloriosa de Vida Eterna, en la cual ya no habrá más sufrimiento.

El mundo sufre y muere sin esperanza, porque el pecado gobierna, y este siempre acarrea muerte y destrucción. En nuestra nueva vida con Cristo, tendremos sufrimiento que nos dejaran cicatrices. Paro será para santidad y perfección.

Cristo lleva las Cicatrices por toda la eternidad.

Apocalipsis 5:5.6  Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá,(B) la raíz de David,(C) ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado,(D) que tenía siete cuernos, y siete ojos,(E) los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Como inmolado—llevando las señales de sus heridas mortales anteriores. Está en pie, aunque lleva las marcas de uno muerto. En medio de la gloria celestial Cristo el crucificado es aún el objeto más prominente.

Esas cicatrices eternas, nos recordarán siempre el por qué de nuestra adoración. El por qué de su reinado, el por qué su nombre es sobre todo nombre. Digno es Él de recibir toda la gloria, toda la honra y todo el honor.

Para no olvidar:
  1. Dios controla la historia del hombre, gobierna los asuntos de las naciones, no es el hombre el que gobierna los asuntos del Reino Desde aquí en la tierra, es Dios quien gobierna desde su trono de  Gloria.
  2. Juan Llora, porque no hay ninguno digno de abrir los sellos, el decreto eterno de Dios.
  3. Las marcas de su sacrificio todavía se ven, pero Él está de pie en el centro del trono. El Cordero de Dios ha resucitado, ascendido y ahora reina en la sala del trono de Dios.