Lo que un pequeño milagro puede hacer no siempre se aprecia.

Normalmente nos quedamos en la expectativa, creyendo que sería más de lo que nuestros ojos ven.

No es lo mismo ver o mirar que observar. La diferencia entre estas dos acciones, comunes en los seres humanos,

es lo que nos permite identificar, no solo la maravilla de un pequeño milagro divino, sino todo lo que ese milagro puede lograr. 

En esta reflexión, continuaremos con nuestro estudio del capítulo ocho de Marcos, en su segunda parte.

Texto de referencia:

Marcos  8:14-21 “Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.

Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.

 

Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo:

¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?  

¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.

Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo:

¿Cómo aún no entendéis?

Lo que un pequeño milagro puede hacer

Vemos y olvidamos:

Es sorprendente como acabamos de ver el favor de Dios en nuestras vidas y pronto lo olvidamos!

Y más sorprendente aun, reconocer  nuestra incapacidad para comprender la fuerza y la verdad de la Palabra de Dios.

Como será que los discípulos acaban de ver dos impresionantes milagros, de incomparable multiplicación,

pero no pueden imaginar el poder de Dios para sostenerles a ellos, que son sus discípulos.

El Señor habla del Pan de Vida Eterna y nosotros solo pensamos en el pan físico, en el sustento material.

Nuestro ojos solo pueden ver  lo que el mundo nos ofrece

La advertencia:

En esta ocasión el Señor les advierte sobre dos influencias negativas de las cuales ellos debían cuidarse:

“El formalismo, ritualismo e hipocresía de los fariseos y del materialismo, mundanalidad e inmoralidad de los herodianos”[1]

Como debemos evitar el racionalismo y el escepticismo en nuestra relación con Dios y en nuestro desempeño ministerial,

pues esto impide el verdadero conocimiento de Dios y nos imposibilita para testificar de su obra, nos convierte en “sepulcros blanqueados”.

Mirar y observar:

En ese sentido “La advertencia de Jesús se introduce con un doble imperativo a mirar (joráo) y a observar con atención (blépo),

Lo cual en los discípulos debía ser una característica distintiva frente a quienes ven pero no perciben

estos debían haber mostrado una percepción clara sobre quien es Jesús y su ministerio, pero que, sin embargo, evidencian  lo contrario”[2]

Muchas veces creemos que El Señor puede obrar grandes milagros,

pero dudamos que pueda hacer algo pequeño por nosotros, como sustentarnos en un tiempo de comida.

El poder de Cristo

Los discípulos al igual que nosotros, debemos prestar más atención a los grandes milagros que Dios obra,

pero relacionándolos siempre con la grandeza del poderío de Cristo:

“Si cinco panes fueron más que suficientes para cinco mil personas y siete panes fueron más que suficientes para cuatro mil,

entonces, ¿no podría Jesús alimentarse a sí mismo y a los doce con un solo pan?

En realidad, ¿no podría Él, aun sin pan alguno, proveer todo lo que era necesario?”[3] Por supuesto que sí!

Relacionando ojos y corazón:

Pero aun cuando nuestros ojos ven, nuestro corazón no entiende! ¿Qué diferencia habrá entre los discípulos y nosotros?

Será que nos libro del lecho de muerte pero dudamos que haya pan en nuestra alacena mañana? Es muy probable que así nos suceda!

1. ¿Qué es lo que un pequeño milagro puede hacer?

Comencemos identificando dónde ver los pequeños milagros, y nos daremos cuenta que son muchos y más grandes de lo que imaginamos.

1.1 El pequeño milagro del día a día: ¿Se puede Ver u Observar?

Vemos entonces, como El Señor, les formula una serie de preguntas (v. 17-18) al ver la dureza de corazón,

entendida esa dureza como un “letargo espiritual”, una incapacidad de recordar:

“En las primeras cinco les responde por su falta de comprensión, y en las últimas cuatro por preocuparse de su sostén mientras Él estaba con ellos.

No olvidar la bondad de Dios:

¿No recordáis? La intensión de Dios es que almacenemos en nuestra memoria el recuerdo de su bondad pasada.

Cuando olvidamos esa bondad le produce dolor a Él y nos dañamos a nosotros mismos”[4]

Y nos dañamos en la medida que nuestras cargas tan pesadas, las vemos más grandes que al Dios que nos sostiene.

Creemos en Él, pero luchamos en nuestras fuerzas!

Hay infinidad de milagros que en el día a día  podríamos ver si tuviéramos un corazón agradecido,

un corazón que no olvidara los favores recibidos, un corazón sensible al obrar de Dios:

Pequeños milagros para recordar:

Es un gran milagro el simple hecho de poder empezar un nuevo día, o poder contar con las fuerzas nuevas para trabajar,

Poder reunirnos al final de cada día con nuestros seres amados,  el poder congregarnos, reunirnos día a día con nuestra familia espiritual,

O el maravilloso milagro de poder escuchar la voz de Dios por medio de las predicas¡ y el tener nuestro alimento diario sobre nuestras mesas¡

Solamente el día a día! Que podamos comprender que no es un derecho, sino un privilegio el poder vivirlo¡

Si siete panes alimentaron a cuatro mil, confiemos, que un pan será suficiente para alimentar a nuestra familia!

Y que nuestra petición ha de ser “el pan de cada día, dánoslo hoy”

1.2 El pequeño milagro mas allá de la fe: !Este milagro se debe Observar!

Marcos 8:22-26: “Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 

Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima,

y le preguntó si veía algo.

El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 

Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. “

¿Podemos contemplar los pequeños milagros?

Este es un milagro especial partiendo de que se realizo fuera de la ciudad

“La razón sin duda, tenía que ver con el hecho de que Betsaida ya había sido juzgada por su incredulidad (Mateo 11:21-24)

y por lo tanto no recibiría más evidencias del poder de Jesucristo”[5]

El amor compasivo de Cristo:

Es hermoso y esperanzador, saber que aun cuando estamos dentro de un mundo incrédulo,

el amor compasivo de Jesucristo seguirá obrando en la vida de sus elegidos.

Que aun cuando el corazón del hombre carezca de la fe suficiente, habrá siempre, brazos amigos, que nos conducirán a los pies del Redentor.

Que podamos nosotros tener un corazón dócil y entendido, un corazón nuevo dado por Dios,

para poder caminar en la confianza que nos conduce a los brazos de Jesucristo y a obtener su compasión.

Un milagro en dos etapas:

También este es un milagro hermoso porque al realizarse en dos etapas

“afirma que Cristo acomoda la velocidad de su poder a la lentitud de la fe de este hombre”[6]

No fue un milagro instantáneo, sino progresivo, para que, tanto este hombre, como sus discípulos,  pudieran comprender

que mas allá de la falta de discernimiento y de la lentitud para aprender y conocer a Dios, Jesucristo obra en nuestra vida conforme a su voluntad y propósito,

Obra según su soberanía, según la fuerza de su poder, y ese poder debe llevarnos a verle a Él, a contemplarle a Él,

Comprobar el poder de Cristo debe llevarnos a conocerle a Él, como el dador de la vida, y no solo como el Dios que suple necesidades temporales.

1.3 Reflexión sobre lo que un pequeño milagro puede hacer en nuestra vida:

Debemos meditar constantemente, en oración, en esos pequeños milagros, que en el día a día El Señor nos concede,

de manera que vaya incrementando nuestra confianza en Él, nuestro conocimiento de Él

Que podamos hacer a un lado el pesimismo, la incredulidad, la lentitud para conocer al Dios que nos llamo,

y no nos quedemos solo con la bendición material, sino que avancemos hacia la verdadera bendición: tenerle a Él

Desarrollando paciencia:

Debemos ser pacientes con nosotros mismos y con nuestros hermanos, pues al igual que el ciego de Betsaida,

nuestra visión espiritual es progresiva, poco a poco vamos comprendiendo mejor la Palabra de Dios y su voluntad;

poco a poco vamos creciendo y madurando, pues es imposible llegar a conocerlo todo de un solo, entendiendo que nuestro conocimiento siempre será imperfecto.

La plenitud de Dios no puede enmarcarse en la pequeñez de nuestro entendimiento.

Pero que aún, cuando nuestro entendimiento es limitado, nos esforcemos para mirar más allá del milagro físico,

que podamos observar con detenimiento, Quién es el que obra el milagro del día a día.

el pequeño milagro del día a día

Contemplando el milagro:

También es bueno reflexionar, que así como, en el primer toque del Señor, el ciego no lo vio todo perfectamente,

necesitó un segundo proceder del Señor para poder mirar bien, para poder observar y contemplar

Así nosotros, debemos mantener la certeza que Jesucristo jamás abandonara su obra,

que necesitaremos mucho obrar del Señor en nosotros,   para completar el milagro! ese milagro que perfecciona nuestra santidad.

El hermoso milagro de conformar su imagen en cada uno de nosotros!

Pues Él obra milagros en multitudes como lo hace en un solo hombre,

Viendo más allá del milagro:

y tan maravilloso es ese milagro colectivo, como maravilloso y grande es ese milagro individual!

El milagro individual de la salvación, de la vida eterna, de poder contemplar Su gloria, de poder reconocerle como nuestro Señor, único y suficiente Salvador.

En esto consiste poder ver más allá del milagro!!

 

[1] Carlos A. Morris, “Comentario Bíblico del Continente Nuevo” Evangelio según San Marcos, Editorial Unilit, Miami, Fl. EE.UU.

[2] Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 15, Editorial Mundo Hispano, Alabama Estados Unidos de América, 1999.

[3] William Hendriksen “Comentario al Evangelio de Marcos” Michigan 1979. Libros Desafío, 1998

[4] Carlos A. Morris, “Comentario Bíblico del Continente Nuevo” Evangelio según San Marcos, Editorial Unilit, Miami, Fl. EE.UU.

[5] Ídem

[6] Ídem