V.  La Misión de Dios y la Iglesia

Jesús cumplió con todos los pactos del Antiguo Testamento, y ahora extiende a los creyentes las bendiciones implícitas en ellos. Jesús ha comenzado la restauración de todas las cosas por medio de sí mismo:

«por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de El reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la Tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (Colosenses 1:19-20) »

En Jesús, nosotros nos vemos restaurados a nuestra misión original, la cual nos fue dada por Dios en la creación. En este proceso de renovación vemos envueltos varios pasos, en los cuales nosotros, como miembros del cuerpo de Cristo, participamos también.

  1. La Evangelización como misión de la iglesia

Obviamente, la primera misión de la iglesia es la evangelización. Evangelización quiere decir la simple proclamación de las buenas nuevas que Jesús salva a los pecadores. Nosotros debemos ser incansables en esta tarea. Las naciones están bajo el dominio del Diablo.

Sin la liberación de este dominio el ser humano siempre será incapaz de cumplir con la misión de Dios. Solo por medio de la salvación que ofrece Jesucristo podemos salir de la esclavitud del pecado para así comenzar a vivir vidas que muestran el orden de Dios, y así llegan a ser fuentes de vida.

La evangelización es nuestra primera tarea, y no podemos descansar hasta que hayamos alcanzado todas las naciones. Jesús nos mandó: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas él que no creyere, será condenado» (Marcos 16:16).

Esta la denominada Gran Comisión se repite en diferentes formas en los cuatro Evangelios y también en el libro de los Hechos. Se ve como un tema importante de la enseñanza de Jesucristo, y un trabajo permanente y continuador de sus representantes a quienes él dejó para seguir con la misión.

La evangelización se cumple de dos modos: yendo, como dice Jesús en Mateo 28:19, y también predicando en nuestras iglesias.

Es importante que el evangelio sea escuchado en los sitios más oscuros de este mundo, porque sólo Jesús tiene el poder de romper las cadenas de la esclavitud al pecado y ponernos otra vez en el camino hacia la bendición.

La Iglesia debe ser creativa en los usos de medios para así asegurar que todos oyen la voz de Dios.

2. Discipulando se cumple la misión de la iglesia

Lamentablemente, muchas de nuestras iglesias piensan que la misión termina con la evangelización, pero la misión de Dios no termina allí. Como hemos visto a lo largo de este estudio, la misión de Dios es mucho más amplia que esta.

Dios nos ha creado para que tengamos dominio por medio del amor sacrificial. De ese modo llegamos a ser instrumentos de orden y vida en esta creación.

Nosotros evangelizamos para librar a los presos del pecado. Pero la liberación no es el último paso, sino el primer paso en la misión de Dios.

Volviendo a las palabras de Jesús en el último capítulo de Mateo, vemos que Jesús pide de sus discípulos que hagan discípulos de todas las naciones. Después Jesús define esta tarea con dos aspectos.

Primero,

Los discípulos deben bautizar en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Este es el arrepentimiento del pecado y el renacimiento del amor sacrificial en el ser humano en el nombre del Dios trino, quien existe en comunión perfecta.

Segundo,

Jesús pide que enseñen a guardar todas las cosas que él les había mandado. Después de establecer la base del amor perfecto, los discípulos deben inculcar el orden de Dios en los corazones de los creyentes para que puedan ser fuentes de vida.

Nuestras iglesias deben ser escuelas de Jesucristo, donde nosotros enseñamos el orden de Dios en todas las áreas de la vida. Nunca podemos dejar de predicar el evangelio, pero el evangelio tiene implicaciones para toda la vida.

El orden de Dios debe establecerse en nuestras vidas económicas, nuestras vidas políticas, nuestras vidas sociales, nuestras relaciones sexuales, nuestras relaciones familiares, nuestras vidas laborales.

Toda esta creación pertenece a Dios, y todo ha sido puesto debajo del dominio de Jesucristo.

Nosotros, como iglesias, debemos usar la enseñanza para establecer el orden de Dios en todo aspecto de la vida del creyente, para que ellos puedan llegar a tener el poder de la vida en sí.

3. Servicio para desarrollar la misión de la iglesia

Cuando establecemos el orden de Dios en las vidas de los creyentes esto nos hace pasar a la próxima tarea de la iglesia, que es ser la luz del mundo y la sal de la tierra (Mateo 5:13 y 14).

Una vez que llevamos la palabra de Dios dentro de nosotros, esta palabra nos da orientación a toda la vida.

Ya tenemos el orden de Dios en nuestro ser, tenemos su ley escrita en nuestros corazones (Jeremías 31:33). Esto implica que nosotros, los creyentes en Cristo Jesús, dotados con su Espíritu Santo, somos los que podemos aportar las soluciones a todo problema humano.

Si tu vecino tiene hambre, tú le darás pan. Si tu vecino está hambriento, tú le debes dar el pan de la vida también. No debemos escondernos de la sociedad. No debemos escaparnos de la creación. No debemos sentarnos en las iglesias esperando el fin.

Cuando llegue la gran tribulación tendremos derecho de buscar el arca que nos hace escapar el juicio. Pero mientras tanto, Dios nos ha mandado al mundo para ser su luz y sal.

La iglesia debe estar al frente de la sociedad. La iglesia debe tomar el liderazgo en la resolución de los problemas que nos azotan como raza humana. Nosotros debemos modelar al mundo sumergido en el egoísmo el poder del amor sacrificial.

La mayoría del trabajo de la iglesia queda fuera de sus paredes. Como dice Pablo, debemos ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.» Que Dios nos ayude a ser los luminares de nuestra sociedad!

4. Dominio en la misión de la iglesia

Pero el hombre fue creado para el dominio. El dominio no implica, como hemos visto desde la creación, opresión y violencia, sino amor sacrificial. Así el ser humano logra tener el dominio sobre toda la creación. Nosotros seguimos en pos de Jesús,

“Quien se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,

Y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”  (Filipenses 2:8-11)

Jesucristo se humilló, tomando forma de siervo, pero así conquistó el pecado y la muerte. Ahora todas las cosas están sujetas a él.

Nuestro dominio no se basa en los medios de poder disponible en este mundo, porque «no es con ejercito, ni con fuerza, más con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zacarías 4:6).

Nuestro poder se basa en el amor incomprensible de Dios. En Jesucristo el dominio ha sido restaurado a la raza humana. En Él comenzamos ya a reinar. Porque Él nos hizo reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6)

Y nos hizo sentar juntamente con el en los lugares celestiales (Efesios 2:6), según los deseos de Dios expresados en Éxodo 19:6.

Ahora, toda la creación gime a uno esperando nuestra manifestación (Romanos 8:19-22). En el nombre de Jesús, comencemos ya a reinar y establecer por medio del amor sacrificial el orden y vida de Dios en toda la creación.

Preguntas para reflexionar:

29. Los cuatro aspectos de la misión de la iglesia son:

1. ____________________________________________

2.____________________________________________

3.____________________________________________

4.____________________________________________

30. Cuál es la primera tarea entre las cuatro?

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31.  ¿Por qué es tan importante es tarea?

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32. ¿Qué pretendemos inculcar en los creyentes por medio de la enseñanza?

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33. ¿En qué área de la vida debemos establecer el orden de Dios? _______________________________________________________________________________________

Conclusión

Al comienzo de este estudio desarrollado en cinco secciones, vimos como Dios estableció orden en su creación y a base de ese orden también la vida. Dijimos también que la base de ese orden es el amor sacrificial, el cual debe dominar nuestras vidas.

Al final del libro de Apocalipsis Dios nos da una breve vista del estado final. Hay tres notas importantes en esta descripción.

Primero,

No habrá más tinieblas (Apocalipsis 21:25). De este modo Dios completa el orden comenzado en el primer día de la creación.

Segundo,

El Jerusalén celestial descenderá a la tierra (21:2), así se está eliminando la división del segundo día.

Tercero,

No habrá más mar (21:1) así está completando la obra del tercer día.

En el reino celestial, la obra del orden de Dios estará completa y perfecta, y la vida será eterna. Esperamos con ansiedad ese universo renovado. Y mientras tanto obramos en la misión de Dios, estableciendo orden y vida por medio del amor sacrificial.

Fuente consultada:

Este estudio es un extracto de “Un Estudio sobre la misión de Dios” de El Instituto Bíblico Reformado por Juan Medendorp