Es importante identificar cuál es nuestra verdadera motivación en el ministerio,  qué es lo que motiva nuestro actuar dentro de la iglesia, cómo estamos viendo el quehacer ministerial, qué es para nosotros la iglesia como tal, por qué nos estamos congregando, por qué estamos sirviendo,

Qué es lo que nos impulsa cada día de culto, a salir de nuestras casas y escuchar la Palabra de Dios.

Para ello debemos poder identificar la fuente de nuestra motivación y diferenciarla de una actividad motivadora humanista o comercial, comprendiendo que no estamos vendiendo, que los que nos escuchan no son vendedores y que estos no saldrán del templo a hacer labor de ventas.

Esto significa que nuestra motivación al predicar, evangelizar o discipular a otros, no consiste en despertar una pasión impulsiva que lleve a alcanzar logros con fines materiales, de realización personal o ministerial, o de otra índole.

Podemos tomar el ejemplo de Nehemías:

Nehemías 2:17-18  Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio.

Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.

Nehemías: ¿Cuál es la verdadera motivación en el ministerio cristiano?

Al leer estar palabras de Nehemías, las podemos comparar con las que utilizo el joven  David cuando se quitó la armadura que Saúl le había dado y a través del valle miró la cara de aquel temible gigante diciendo: «¿No hay causa?»

Y mientras todo el mundo se quedó pensando en los inconvenientes, David gritó: «¡Apártense!» Recogió unas pocas piedras, y Jehová de los Ejércitos le dio la victoria. Se puede apreciar, sin mucho decir, como David poseía aquella maravillosa motivación interna que nunca se rinde y que no se apoya en sí mismo.

Tomando las palabras que Nehemías pronuncia, podemos encontrar varios puntos que nos permitan identificar la verdadera motivación que debe movernos dentro de nuestros ministerios y en el diario vivir de un creyente cristiano:

¿Mirar qué?

Mirar el mal en que estamos.

 ¿Considerar qué?

Considerar los aspectos importantes que aseguran la victoria del Pueblo de Dios:

  • En nuestra verdadera motivación de ministerio ¿Qué debemos considerar?

1. El Templo:

Visto como el lugar de encuentro, el punto de comunión con Dios, el lugar de adoración, donde nos presentamos delante de su presencia, y en los tiempos de Nehemías, el lugar donde se ofrecían sacrificios y dentro de ellos el sacrificio de expiación con lo cual era perdonado su pecado y quitada la culpa por ese pecado.

El templo era y sigue siendo el centro de adoración.

2. La Ley:

Que había sido olvidada y debía volverse a ella, observarla, estudiarla, ponerla por obra, (Josué 1.8), era una Ley santa en la que Dios había revelado su voluntad para vivir conforme al propósito divino.

3. Las Murallas:

Que representaban la separación del pueblo de Dios del mundo pagano, significaban un pueblo santo creciendo en un proceso de santificación.

¡PERO, todo esto se había perdido! Y eso significaba que La Adoración, Y por lo tanto El Nombre De DIOS, No estaba siendo GLORIFICADO POR SU PUEBLO.

Esta realidad que el pueblo de Israel vivía en este momento histórico, no es lejana a la realidad que la iglesia de Dios vive hoy. Y es así como podemos evaluarnos haciéndonos algunas preguntas:

  • La verdadera motivación en el ministerio se fundamenta en la correcta relación con Dios

¿Cómo esta tu relación con Dios?  Tenemos el ejemplo de  Adán que comenzó con una relación perfecta con Dios, pero que luego, el pecado le llevo a esconderse de Él, a sentir temor y vergüenza. ¿Será este nuestro caso? ¿Habrá temor y vergüenza en nuestra vida?

¿En esos momentos de soledad e intimidad, buscaremos escondernos de Dios? Es importante establecer cómo realmente estamos en nuestra relación con Dios.

1. ¿Has dejado de orar?

Será que los afanes del diario vivir ya no nos dejan tiempo para orar, o será que la relativa estabilidad que vivimos nos hace sentir tan seguros que no sentimos la necesidad de orar o simplemente, la oración no es una prioridad dentro de nuestra vida cristiana.

2. ¿Has dejado de leer la Palabra de Dios?,

Dice la Palabra, que en los tiempos de Nehemías la Palabra escaseaba, el pueblo había abandonado la Ley de Dios. ¿Cómo estamos nosotros? Hemos olvidado que la Palabra de Dios nos conduce a la santidad, sin la cual nadie vera a Dios.

3. ¿Lees para que te de sueño o para meditar en ella?

Al igual que el tiempo de la oración, el tiempo de nuestra meditación en la Palabra debe formar parte de nuestro devocional diario, de nuestro alimento espiritual diario.

4. ¿Te congregas por gozo o por religiosidad?

Estamos en el punto en el que nos congregamos para aquietar nuestra conciencia, para sentir que ya cumplimos con la demanda de Dios y que eso es suficiente, o hay en nuestro corazón un anhelo ferviente de presentarnos en Su templo para inquirir en su Palabra, para conocerle más y poder servirle en obediencia.

5. ¿Es Cristo tu tesoro o encontraste un sustituto?

Es importante evaluar si como creyentes cristianos estamos realmente sometidos al señorío de Cristo, o hay otro tesoro en nuestro corazón que atrae toda nuestra atención, nuestro tiempo e interés.

Este otro tesoro puede ser nuestro conyugue, nuestros hijos e hijas, nuestro trabajo, la adoración a nuestro cuerpo, o incluso, estamos atrapados en la soledad y la depresión que nos impide ver a Cristo.

Mateo 11:28-30  “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;  porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”

  • Descanso:

El reposo que Cristo da no es un reposo del trabajo, sino en trabajo: «no el reposo de la inactividad, sino del obrar armonioso de todas las facultades y afectos (de la voluntad, corazón, imaginación, conciencia) debido a que cada una de estas cosas ha hallado en Dios la esfera ideal de su satisfacción y desarrollo» (J. Patrick, en Hastings’Bible Dictionary )

  • Aprended:

Se refiere no simplemente a conocer la doctrina acerca de Cristo, sino a conocer y aprender del mismo Cristo; es decir, hace referencia a un proceso de llegar no meramente a conocer la persona de Cristo, sino también de aplicar este conocimiento a fin de caminar de manera diferente al resto de los gentiles o inconversos.

  • Edificar:

«Edificar, establecer, construir, reconstruir».

Según el mensaje que Nehemías daba al pueblo de Israel, era necesario edificar las murallas caídas, murallas que eran importantes porque  simbolizaban la separación del pueblo de Dios, del mundo que les rodeaba. Reconstruir las puertas y reconstruir el altar.

Cuando hablamos de reconstruir el altar, estamos hablando de restablecer nuevamente nuestra relación con Dios, por medio de la oración, la adoración y el servicio a nuestro Salvador.

Toda esta restauración Nehemías la pudo llevar a cabo por medio de la oración, la acción, y más oración.

  • Convocar:

Convoco a todo el pueblo a que se uniera a esa labor, la Palabra de Dios en una mano, y pegando ladrillos con la otra. no convoco a hombres solos, llamo a familias enteras para que se dedicaran a la obra completa de restauración.

En conclusión:

Podemos decir que, una verdadera motivación en el ministerio  que nos permite Glorificar a Dios, la encontraríamos al definir una verdadera y estrecha relación con Dios.

Una relación constante y continua, que conlleve oración, meditación en su Palabra, adoración reflejada en una vida de obediencia a Él, y acción que implica dejar la comodidad de una silla para levantarnos en servicio para Su obra.

No olivemos, que esta adoración es individual, pero debe involucrar a la familia completa. Debemos aprender a levantar altares familiares que se reflejen en familias fieles, congregadas y al servicio del Señor. Santificando el Nombre del que nos llamo, dando testimonio de vidas y familias transformadas!