!No Codiciaras¡ es el décimo mandamiento de la Ley moral de Dios, y en él encontramos la verdad más grande que devela el corazón del ser humano.

Éxodo 20:17  No codiciarás) la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Introducción.

Es bueno detenernos un instante y preguntarnos: “¿Qué es lo que más deseo?” y de pronto, la respuesta se nos hace un tanto compleja.

La vida parece ser una secuencia de deseos, unos malos o no tan malos, otros buenos o no muy buenos. Ya que son tantos y tan variados, ¿cómo escojo? De qué depende mi decisión?

Este MANDAMIENTO  de la Ley Moral de Dios, regula nuestros deseos. !No lo que necesitamos!! Sino, lo que deseamos.

Hace una distinción entre lo que es nuestro y aquello que le pertenece a otro. No es que sea malo desear una casa, o una esposa, o siervos, o animales u otras posesiones. El mal radica en desear tales cosas al grado que busquemos maneras de quitárselas al que lo tiene.

Nos daremos cuenta de que, a diferencia de las acciones específicas y concretas como: asesinar, robar y mentir, este mandamiento tiene que ver con la mente, con nuestros pensamientos, con nuestros deseos y con nuestros sentimientos. No olvidemos que todo nace en el corazón.

 No codiciaras!¡

Contrario a lo que pensamos la mayoría, que creemos que es en la abundancia de cosas que llegamos a poseer donde se encuentra la felicidad, este mandamiento nos hace conscientes de que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15).

Y por qué no? Veamos algunas razones bíblicas:

 Primero, No somos dueños de nada. Dios es el dueño de todo.

Usted y yo somos sencillamente mayordomos de lo que Dios decide colocar en nuestras manos. Él es quien nos da según nuestras necesidades y conforme a la lucha de nuestro corazón. Él sabe lo que nos hará crecer y lo que nos apartara de la senda por donde nos conduce.

Segundo,Todo lo obtenemos con el sudor de nuestra frente.

Está el requisito divino que establece que ha de ser con el sudor de nuestra frente que hemos de obtener las cosas, sin olvidar  que es Dios quien nos da la inteligencia, la capacidad, la fuerza y la oportunidades para conseguirlas.

Como bien dice el Salmo 128:2: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás.”

Cuando los deseos de poseer nos hacen actuar ilegítimamente y nos instigan a robar y adueñarnos a la fuerza de lo que no es nuestro, violamos este mandamiento, es cuando queremos riqueza sin trabajo, posesiones sin el sudor de la frente que llegamos a ser víctimas de la codicia.

Podemos ilustrar este hermoso mandamiento con el relato de  1 Reyes 21 que nos deja ver el caso de  Acab, que al codiciar la viña de Nabot lo lleva a una serie de pecados que culminan con el asesinato de Nabot.

1 Reyes 21:1-4  “Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía allí una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria.  Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta;

o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero. Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres. Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió.”

Nabot de manera legítima le dice a Acab que no puede venderle la viña ya que es un legado de sus Padres, un trabajo de generaciones y que por lo tanto es un bien de familia muy preciado. Una verdad que hace que  Acab se fuese muy triste y enojado.

Es a partir de esta situación, de negación al deseo de Acab, que se desencadena la maldad de la codicia. Se puede ver como un pequeño sentimiento de negación a lo deseado, desencadena una lista de pecados cada vez más profundos.

!No codiciaras¡ y te librarás de mayor pecado

Es interesante notar que la codicia del rey produjo la siguiente lista de pecados, violaciones a la Ley de Dios:

1. falso testimonio:

1 Reyes 21:5-10  “Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes?  El respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. Y su mujer Jezabel le dijo:

¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel. Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo, y las envió a los ancianos y a los principales que moraban en la ciudad con Nabot. 

Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot delante del pueblo;  y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera.”

La codicia nos lleva a un pecado aparente menor: levantar un falso testimonio, de manera que nuestro capricho pueda ser satisfecho. La codicia nos lleva a echar mano de nuestra astucia a fin de lograr por todos los medios nuestro propósito.

Poco a poco vamos incursionando en una violación sistemática de los diez mandamientos.

       2. Un asesinato.

1 Reyes 21:11-14  “Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado. Y promulgaron ayuno, y pusieron a Nabot delante del pueblo. 

Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey.

Y lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió. Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto.”

Codiciar vehementemente algo nos puede conducir al asesinato!! Es tanto el deseo de poseer algo, que no limitamos los impulsos de nuestra alma, y damos rienda suelta a todo un pensamiento maquiavélico que nos conduzca a obtener eso que tanto deseamos, sin importar el precio, sin aceptar negativa ni razón alguna.

Es aquí que podemos ver la profundidad de la bondad divina al mandarnos a No Codiciar!

         3. El robo.

1 Reyes 21:15  “Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y toma la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto.”

Finalmente, terminamos siendo poseedores de muchos bienes, que satisfacen nuestro ego, que nos dan status, bonanza económica, aceptación social y hasta una falsa estima levantada sobre bienes poseído ilegítimamente!

 Y una propiedad que no era suya, pasa a su haber!

1 Reyes 21:16  “Y oyendo Acab que Nabot era muerto, se levantó para descender a la viña de Nabot de Jezreel, para tomar posesión de ella.”

Cuatro mandamientos rotos!! Cuanta violación a la Ley de Dios y de los hombres que nace solo con un mal deseo! Cuanto mal puede desencadenar un deseo de codicia no refrenado. No codiciarás, No levantaras falso testimonio, No matarás, No robaras.

¿Por qué ordena Dios !No codiciaras?

Cuando lo analizamos detenidamente, nos damos cuenta que codiciamos porque desconfiamos de Dios.

Llegamos a pensar que si nosotros no proveemos nuestras propias necesidades no llegaremos a tener lo que nos corresponde, creyendo que somos merecedores de todo cuanto nos atrae.

Muy fácilmente nos portamos igual que los israelitas cuando Dios les envió el maná del cielo (Éxodo 16). Dios prometió enviarle maná todos los días, pero el pueblo no lo creyó. Muchos salieron y recogieron en exceso, para guardarlo para el siguiente día.

Pero ese maná adicional, nos relata la Biblia, se llenó de gusanos y hedió. Dios quería enseñarles que él proveería día tras día. No era necesario acumular para tener garantía de la provisión del día siguiente.

Bastaba para cada día lo que Dios proveía. ¡Qué fácil es portarnos igual que los israelitas! ¡Qué difícil nos es confiar en la provisión de Dios día tras día! ¡Qué poca confianza tenemos en él! Y que difícil nos resulta conformarnos con lo necesario, siempre queremos más! Aun cuando no lo necesitemos, pero si lo deseamos nuestro corazón se va llenando de codicia.

El pueblo de Israel sufrió por su codicia, y de igual forma, Dios trae condenación sobre Acab y Jezabel por haber violado de manera necia y perversa sus mandamientos.

1 Reyes 21:17-23  “Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo: Levántate, desciende a encontrarte con Acab rey de Israel, que está en Samaria; he aquí él está en la viña de Nabot, a la cual ha descendido para tomar posesión de ella. Y le hablarás diciendo:

Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre. 

Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? El respondió: Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová. He aquí yo traigo mal sobre ti, y barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab, tanto el siervo como el libre en Israel. 

Y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías, por la rebelión con que me provocaste a ira, y con que has hecho pecar a Israel. De Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel.”

Las consecuencias para el profundo pecado de Acab, fueron drásticas, penosas y muy dolorosas. Nos enseña que nada queda oculto entre el cielo y la tierra, y aunque nos salgamos con la nuestra, siempre habrá justicia divina que nos alcance.

Nos enseña que debemos aprender a refrenar el pecado desde el momento que surge la primera idea en el corazón. Que debemos aprender a refrenar nuestra alma, a no darle rienda suelta a nuestros deseos, por insignificantes que nos parezcan.

Y finalmente, nos enseña, que donde el hombre no aplica justicia, el Juez de jueces, si lo hace!

 ¿Cómo debemos de vivir para cumplir con el !No codiciaras¡?

La Palabra de Dios nos lo enseña en Filipenses.4.11.13

“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

Esto significa, que debemos encontrarnos satisfechos siempre con lo que Dios nos provee. Que debemos centrarnos en lo muchos que tenemos, y no en lo poco que escaseamos, y  que todo lo que parece ser nuestro, en realidad no lo es, pues todo pertenece a Dios, y Él nos da conforme a Su misericordia y Gracia para nuestra vida.  

Conclusión.

El  contentamiento que Pablo nos expresa en Filipenses 4, solo puede venir de un corazón que depende totalmente de Dios, un corazón que sabe que es Dios quien le provee y que Dios es tan fiel que proveerá exactamente lo que necesitamos. Y recordar con temor y temblor que Dios es Dios Santo y Justo y no tardara en aplicar su justicia.

!¡A Dios Sea La Gloria¡.