Un Corazón Preparado por Dios: ¿Para qué nos Prepara Dios? Podemos decir que Dios prepara a su pueblo para enfrentar todo aquello que deviene producto del andar cristiano: luchas y asechanzas, adversidades y todo tipo de necesidad material o espiritual.

Pero como pueblo de Dios, es importante que sepamos que la prioridad de nuestro llamado como hijos de Dios, es tener Un Corazón Preparado para cumplir con la gran misión a la que hemos sido enviados: proclamar las buenas nuevas de salvación.

Para poder cumplir con ese cometido, Dios nos prepara el corazón, y nos va formando dentro del liderazgo cristiano, de manera que contemos con las características necesarias para llevar a cabo la tarea.

Un Corazón Preparado Por Dios Para Liderar a su pueblo

Para conocer el trabajo que Dios hace, a través de sus elegidos, y la forma en que los prepara, los sensibiliza, los guía y los cubre con su gracia, tomaremos el ejemplo de Nehemías, quien reconstruye los muros caídos de Jerusalén

Nehemías comienza su relato describiéndose a sí mismo como hijo de Hacalías y como, copero del Rey Artajerjes en la capital de Susa del imperio Medo-Persa, considerada la capital del mundo de su época.

Al ser visitado Nehemías, por su hermano Han aní y algunos otros varones de Judá; él realiza dos preguntas importantes, que surgen como fruto de su amor por el pueblo de Dios:

  1. ¿Qué pasaba con los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad?
  2. Y ¿Cómo estaba Jerusalén, la ciudad Santa?

Nehemías 1:1-2 Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino,

Que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.

Estas dos preguntas dan referencia de la calidad del liderazgo de este gran siervo de Dios. Pese a su status social, económico y político que le garantizaban una vida tranquila y segura, él se encontraba preocupado por su pueblo y por su ciudad natal.

Como todo judío legitimo, no olvidaba ni a su Dios ni a su pueblo, pese a los estragos del cautiverio. No olvidar es fruto del amor de Dios derramado en el corazón de Nehemías, un amor que le lleva a preocuparse y a buscar ayudar, aún cuando él estuviese bien.

Él obtiene las siguientes respuestas a sus preguntas:

Nehemías 1:3-4  Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.

Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

Nehemías obtiene la información que requería: “están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén, derivado”.

Condición que equivale, a gran miseria y calamidad. Esta respuesta trae al corazón de Nehemías gran congoja y dolor, y en la Palabra se nos relata su reacción: “… me senté y llore, e hice duelo por algunos días, y ayune y ore delante del Dios de los cielos

Esta reacción nos deja ver las siguientes características de este gran líder Capacitado por  Dios para el liderazgo cristiano:

  • Un corazón sensible y humilde que contrasta con el orgullo que suele acompañar toda posición de privilegio, como la que él tenía: lloro
  • Una preocupación que iba más allá de él mismo, que en un hombre de su rango, también contrasta con el egocentrismo que le caracterizaría.

Reconoció claramente las necesidades del pueblo y de su ciudad santa, la noticia le impacta y él reacciona poniendo sus ojos en sus hermanos: se sentó

  • Ante el reto de tan gran misión, que significo para él ocuparse de su pueblo, primero “hizo duelo, oro y ayuno” delante del Dios de los cielos. Un verdadero líder, primero acude a Dios ante los problemas.
  • Un verdadero líder, no solo se preocupa, sino también actúa. Se reconoce la necesidad y se involucra en ella diligentemente. “concede buen éxito a tu siervo”

Nehemías 1:11  Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

Características de un Líder Preparado por Dios

Al observar a Nehemías en su reacción, en su acción y en su búsqueda del respaldo de Dios, podemos advertir que el liderazgo cristiano necesita cubrir muchos aspectos para poder desarrollarse como tal y poder así, definirse como verdadero líder.

Su reacción, sensible y humilde, pero a la vez serena, es lo que le permitió a Nehemías pasar de ser un observador, un seguidor u oidor de la historia de su pueblo, a ser un líder.

Ese paso, promovido por la soberanía de Dios para sus elegidos, puede darnos la certeza de nuestro llamado, la evidencia de tener un corazón preparado por Dios para la misión que se nos haya encomendado,

Con esa preparación de parte de Dios, quedamos dotados del dominio propio para la obediencia a dicho llamado. Para discernir la voluntad de Dios y tener en nuestro corazón tanto “el querer como el hacer”

Sin dejar de lado la serenidad con la que reacciono Nehemías, pues será esa templanza de carácter, la que nos permitirá enfrentar, con amor, compromiso y diligencia, todas las adversidades que conlleve nuestro llamado al servicio en la obra.

No escatimaremos tiempo, esfuerzo ni recursos. No nos acomodaremos ni nos aferraremos a nuestra condición actual. No nos detendrá la duda ni el temor, ni la incertidumbre ni la respuesta de los demás.

Cuando Dios prepara nuestro corazón para liderar a su pueblo, para volverlo a Él, para acogerlo en el redil, para sanar sus heridas y para atraer a aquel, de sus elegidos, que aún no ha llegado a sus pies, el amor, el compromiso y la diligencia, forman parte de nuestro actuar.

De igual manera, un líder con la certeza de su llamado, no puede mantenerse solo, aislado de la presencia de Dios, fuera de la congregación de los santos, lejos de la voluntad divina.

Por el contrario, se encuentra buscando la comunión con su Señor, en oración, ruego y ayuno, como nos lo demuestra Nehemías.

Pero esta oración del líder genuino, debe demostrar un conocimiento del Dios que lo llama, en su poderío, su misericordia y su justicia; su gracia y soberanía, sabiendo que Él conduce todas las cosas a bien.

Pero también este líder ha de conocer la naturaleza misma del hombre, como creación, su posición ante el Creador, de manera que le es fácil reconocer la pequeñez del hombre y la inmundicia de la naturaleza caída.

De manera, que al ser llamados a liderar al pueblo de Dios, nuestra oración ha de ser  constante, en todo tiempo y en todo lugar, y ha de ser una oración de amor por los elegidos de Dios.

No ha de ser solo en el yo, buscando suplir mis necesidades personales o en el clamor por mis seres amados, sino, en el clamor por un pueblo que necesita y depende de Dios. Un pueblo que Él ha llamado para que le conozcan y le adoren

Finalmente, como líderes, no podemos lanzarnos a todo tipo de proyecto, por más que creamos que glorifica a Dios, o que es Él  quien nos envía, si antes no tenemos la certeza que Él va con nosotros,

Debemos tener la certeza de que Él nos respalda, que ese mover esta dentro de su plan divino. Que Él abrirá el camino y dará buen éxito a nuestra misión. Que pondrá su gracia sobre nosotros y que las puertas se abrirán. Y que las que se tengan que cerrar, se cerraran.

Es importante no olvidar que ese plan que emprenderemos está en la voluntad de Dios y que incluye el castigo por el pecado, tal como lo reconoce Nehemías:

 Nehemías 1:7  En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.

De manera entonces, que antes de iniciar nuestro proyectos de búsqueda del pueblo de Dios, debemos reconocer que la condición que vivimos es producto de “nuestra corrupción”, de no “guardar los mandamientos”

Que no es Dios quien se ha alejado de nosotros y eso nos tiene en “oprobio y afrenta”, sino que somos nosotros los que nos hemos alejado.

Pero como líderes que hemos sido preparados por Dios también sabremos que contamos con la maravillosa  oferta de la reconciliación por medio del arrepentimiento.

Y con esta maravillosa Verdad llegaremos al cumplimiento de la misión de Dios: proclamaremos que somos pecadores, pero que si nos arrepentimos de nuestra maldad, y ponemos nuestros ojos en Cristo Jesús, Él es fiel y justo para perdonar.

En conclusión, el líder cristiano, cuyo corazón ha sido preparado por Dios, podrá desarrollar estas tres características que hemos analizado de Nehemías:

  • La sensibilidad ante “la afrenta y oprobio” de los hijos de Dios,
  • La oración, que busca reconciliación y dirección
  • Y el actuar respaldado por Dios. Estar siempre dentro de su Voluntad

 

Bibliografia:.

  • Biblia Reina Valera 1960
  • Hablemos de Nehemías, Gary Williams
  • Pasame otro ladrillo, Charles R. Swindoll