¿Cómo Podré Restaurar Mi Vida? Si nuestra vida pasada ha sido un caos, llena de errores y fracasos, malas decisiones y muchas personas heridas, ¿Será que podremos Restaurar algo?

Lo que para el hombre es imposible, para Dios no lo es!

tenemos un Dios de poder :

Si ver hacia atrás nos hace ver un gigante que nos persigue y nos aplasta, y que no hay forma de huir ni de escapar, ni modo alguno de volver a empezar, haciéndonos sentir impotentes,

!Sepamos que hay un Dios para el cual nada es imposible¡

Existe un Dios todopoderoso, que en su infinito amor, su gran misericordia y su gracia divina puede Restaurar todo lo que nuestras propias manos han destruido.

Dios puede levantar  de los escombros y volver a construir, volver a edificar,

Para ello, necesitamos ser barro en sus manos, de manera que el Buen Alfarero restaure esa vasija dañada, agrietada, desquebrajada.

Tenemos un Dios de amor:

Será el infinito amor de Dios el que nos volverá hacer hombres y mujeres con gozo y paz en el corazón, con un propósito para vivir.

Si no somos ese barro en manos del Dios todo poderoso, solo seremos lodo en el suelo, que seguirá siendo pisoteado y sin valor alguno.

Oremos al Creador de los cielos y la tierra, y de todo cuanto existe, que nos tome en sus manos y comience a restaurarnos.

  

Restaurar lo que el pecado destruyo.

En esta segunda parte de la serie exégesis del Salmo 51 de David, aprenderemos a cómo orar para la restauración de nuestra vida cuando ha sido destruida por el pecado,

Y si hemos perdido todo sentido de la vida, y hemos creado una distancia indescriptible con nuestro Dios, veremos, que es posible restaurar.

Podremos ver la primera parte de este estudio en https://iglesiapactograciamaranatha.org/quisieras-borrar-pasado/

  • Dios perdona:

Después que David  ha confesado su pecado, ha clamado por la piedad del Señor y para ser lavado, una y otra vez, (Salmos 51:1-6), el salmista, comienza a pedir para que Dios le restaure y le lleve a una verdadera comunión con Él.

Y esto es lo hermoso del actuar de Dios: no solo nos perdona, nos limpia, y luego nos deja. Sino que después de haber quitado de nosotros toda culpa y acusación, comienza todo un proceso de restauración integral.

  • Dios restaura:

Dios comienza restaurando nuestra persona, nuestra alma; luego restaura nuestra relación con Él, con lo que nos capacita para restaurar todas nuestras relaciones primarias y la fructificación de nuestras manos.

En esa restauración, Dios  comienza en nosotros todo un proceso de santificación que nos permite acercarnos a Él con las siguientes peticiones:

  1. Petición por purificación
  2. Petición por el gozo y la alegría
  3. Petición porque borre nuestra maldad
  4. Petición porque nos dé una nueva naturaleza
  5. Petición para que su presencia nos acompañe siempre
  6. Petición porque restaure el gozo de su salvación
1. Petición por purificación: ¡Restaurar nuestra santidad¡

Salmos 51:7  Purifícame con hisopo, y seré limpioLávame, y seré más blanco que la nieve.

(Jer 1976*) Rocíame con el hisopo, y seré limpio, lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

La expresión «purifícame con hisopo» es una figura de la propiciación en la cual el sumo sacerdote rociaba la sangre del cordero inmolado sobre el propiciatorio del arca del pacto y era cubierto el pecado del pueblo y aplacada la ira de Dios,

  • En Cristo está la restauración definitiva:

Este acto realizado en el Antiguo Testamento,  nos lleva a un punto más profundo: nos lleva a ver a Cristo. Es Él quien nos redime con su sangre y nos limpia de todo pecado.

Su sacrificio es perfecto y al aplicarlo a nuestra vida es un sacrificio completo y eficaz, de manera que  No necesitamos nada más para ser limpios

No importando la cantidad,  la intensidad ni lo horrorosos que puedan ser nuestros pecados la sangre de Cristo tiene el poder para hacernos más limpios que la nieve.

La sangre preciosa de Cristo borra toda nuestra iniquidad y nos permite acercarnos a Él en una comunión genuina, comenzando así, a ser restaurada nuestra vida.

  • La restauración comienza con santificación:

Comenzamos un proceso de santificación que dura toda la vida, que podrá ser lento, pero siempre ascendente y seguro

Desde este momento, adquirimos la plena convicción de los efectos destructivos del pecado, y tomamos la plena conciencia para luchar contra él,

Esta lucha contra el pecado no la hacemos en nuestras fuerzas, sino con la ayuda del Espíritu Santo que mora en nosotros y nos convence de todo pecado.

Con esta intervención de Dios en nuestra vida, comenzamos a ser restaurados teniendo nuevos ojos para ver el mundo y sus deleites,

Vamos desarrollando la capacidad para ver dentro de nosotros y reconocer nuestra pecaminosidad, y para ver hacia lo alto y encontrar en Él, el socorro oportuno.

2. Una petición por el gozo perdido: ¡Restaura nuestra alama¡ 

Salmos 51:8  Hazme oír gozo y alegría,  Y se recrearán los huesos que has abatido.

Tremenda consecuencia del pecado, es la pérdida del gozo y la alegría. El pecado afecta la comunión del creyente con su Señor, y todo su ser se ve profundamente afectado: el alma y el cuerpo. Toda su mente y sus emociones.

Esto nos hace traer a memoria el siguiente salmo penitencial.

Salmos 38:3-5  Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;  Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;  Como carga pesada se han agravado sobre mí.

Hieden y supuran mis llagas,   A causa de mi locura.

Esa locura del pecado sexual le puede costar al creyente la pérdida del gozo. Este se considera el pecado más destructivo, pues pecamos contra nuestro propio cuerpo y nos lleva a una acusación constante y severa.

Pero el poder y el amor de Dios nos restaura quitando la culpa, dándonos discernimiento y dominio propio,

Y de manera especial, dándonos un amor profundo por la santidad, un deseo inagotable por agradarle a Él, un temor reverente en nuestro corazón, que nos impide pecar más.

3. Pedir que Dios borre nuestras maldades. ¡Restaurar desde la raíz¡

Salmos 51:9  Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

La única manera que Dios puede esconder su rostro de nuestros pecados es cargándolos sobre su Hijo Jesucristo,

Al ser Cristo quien carga con todo nuestro pecado, Él se convierte en nuestro sustituto, Él se convierte en deudor de Dios. !Cristo se convierte en pecado¡

Es esta acción la que  lleva al Padre a esconder su rostro del Hijo, de manera que Cristo exclama “¿Padre por qué me has abandonado?” !Pues se hizo pecado siendo santo¡

Y ahora, podemos acercarnos confiadamente al trono de gracia, presentarnos delante del Padre en el Nombre precioso del Hijo, pues es su sangre la que nos limpia y nos santifica.

  • Al ser restaurados se borran Todos nuestros pecados

Y la única manera de borrar los pecados es aboliendo el acta de decretos que nos era contraria por medio del sacrificio perfecto de Cristo.

Al llevar sobre Él todos nuestros pecados, fuimos declarados inocentes, sin culpa, sin pecado y sin condena ¡Infinito amor de nuestro Señor¡

De esa manera nuestra restauración es realizada desde la raíz de nuestro propio mal. Ya nunca más seremos declarados culpables¡

  • La restauración elimina el señorío del pecado

Y ya nunca más volveremos amar el pecado, ni lo practicaremos con deleite. El pecado ya no tendrá señorío sobre nosotros.

Debido a nuestra propia naturaleza caída, el pecado nos seguirá tentando, y probablemente nos hará caer, y genere sentimientos de culpa

Sin embargo, tenemos abogado delante del Padre, y tenemos su Espíritu en nosotros, que nos redarguye y nos mueve a arrepentimiento para No hacerlo más!

!¡Así somos restaurados!¡

4. Petición por una nueva naturaleza. ¡Restaurar nuestra semejanza¡

Salmos 51:10  Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

En contraste con el Versículo 5, en el cual David afirma su nacimiento en pecado y reconoce su naturaleza pecaminosa que solo puede producir pecado, ahora él pide a Dios una nueva naturaleza,

  • Un nuevo corazón

Bien podríamos llamarlo un nuevo nacimiento en el que el corazón de piedra sea transformado en un corazón de carne,

Un nuevo corazón que es  vivificado por el Espíritu Santo y que le otorga al creyente el poder de negarse a sí mismo e inclinarse a la santidad de Dios.

Este es un corazón nuevo, un corazón de carne, un corazón sensible, que solo Dios puede dar.

  • Una nueva naturaleza

Dios crea en nosotros una nueva naturaleza: la naturaleza divina. De manera tal que sea restaurada la imagen de Dios impresa en nosotros, y que ha sido distorsionada por el pecado.

Que sea restaurada nuestra semejanza a Dios, en todos los atributos comunicables al hombre: amor, humildad, bondad, templanza, paciencia, sabiduría, dependencia, etc.

Es decir, poco a poco se irá formando el carácter de Cristo en nosotros.

El obrar de Dios es maravilloso!! Jamás hará algo sin perfección. Él restaurará todo lo que se perdió. Y la obra que comience en nosotros, la terminará.

5. Petición por la presencia divina: ¡Restaurar nuestra comunión¡

Salmos 51:11  No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.

David era un siervo que conocía bien a Dios, que sabía lo que significaba la presencia de Dios en él y ahora con el pecado había experimentado la miseria de vivir con el Espíritu Santo contristado y apagado dentro de él,

Temporalmente se había detenido el poder transformador y vitalizador de Dios sobre la vida de David, Ante ello, le pide a Dios que no le quite su presencia,

Porque David sabe que sin la presencia del Dios que guía, consuela, fortalece y defiende, toda su vida terminaría en un fracaso semejante al de Saúl.

Clamar por la presencia de Dios en nosotros es clamar por la restauración de una comunión perdida por nuestro obrar pecaminoso,

Y que solo la misericordia de Dios hacia nuestra vida, y un genuino arrepentimiento, permitirán que esa comunión se obtenga de nuevo.

6. Restitúyeme el gozo de tu salvación ¡Restaurar el sentido de la vida¡

Salmos 51:12  Vuélveme el gozo de tu salvación,  Y espíritu noble me sustente.

En el mismo espíritu con que el salmista pide piedad, también pide que Dios le restaure el gozo de la salvación,

Ese gozo se había perdido a causa del pecado, y David lo necesitaba¡ Ese gozo que es fruto de la seguridad que en Cristo hemos sido salvos de la ira divina que esta sobre el pecador,

Pide que se restituya el gozo que se hace manifiesto por la obra del Espíritu Santo sosteniéndonos, apoyándonos, dándonos reposo.

Que  sea devuelto el gozo de tener la certeza que jamás seremos arrebatados de la mano poderosa de nuestro Dios. Que nuestro nombre permanecerá escrito en el Libro de la Vida.

Tener de nuevo ese gozo  de saber que nuestra vida tiene un propósito, que hemos sido llamados hijos de Dios, que gozaremos de su presencia para siempre, Que tendremos su bendición, su favor, su gracia y misericordia.

Es Cristo quien le da sentido a nuestra existencia cuando somos restaurados en su amor.

Conclusión:

La restauración del hombre pecador, del hombre que vive sin Dios y sin esperanza, solo es posible, si Dios en su infinita gracia y misericordia, le atrae hacia sí, con lazos de amor, y pone de su Santo Espíritu en nuestro corazón.

Dios comienza la restauración dándonos la capacidad para reconocer nuestro pecado, y poder ver la destrucción y muerte que este causa, y de reconocer como nos aleja de la presencia de Dios.

Con este reconocimiento nos movemos al arrepentimiento genuino, cambiando de dirección en nuestra vida.

Y para que la restauración sea integral y completa, debemos aprender a pedir al Señor que nos purifique, que nos limpie cada día más del pecado que nos asedia;

Que nos devuelva el gozo y la alegría que el pecado nos roba, pues nos llena de culpa y acusación,

Clamar con todo nuestro ser, que la bondad del Señor borre toda nuestra maldad y nos de una nueva naturaleza, un nuevo corazón que le ame y le busque, que ame la santidad y la comunión con Él.

Que nos permita permanecer en su presencia. Pero de manera especial, pedir al Señor que restaure el gozo de la salvación en nosotros.

Y que no se nos olvide que lo más grande, maravilloso y valioso que el Señor nos ha dado, es la salvación. ¡Ya no estamos condenados!

!Gozaremos de vida eterna y de su presencia para siempre¡